"Liam"
¿En dónde estoy?
Por un momento mi conciencia formula la pregunta, pero el pensamiento se disuelve en algún punto de esta negrura.
Está todo oscuro y vacío. Puedo ver un pequeño foco encendido a unos 5 metros iluminando tenuemente una puerta. Un fuerte dolor de cabeza me aturde por unos segundos. Lo último que recuerdo es que estaba en mi casa escribiendo una carta para Azah cuando... ¡Karla! ¡Mierda! ¿¡Estará bien!?
Intento moverme pero algo me lo impide. Mis manos están atadas hacia atrás en el espaldar de lo que parece una silla en la cual estoy sentado y mis dedos están envueltos y pegados con cinta adhesiva. Me duelen las muñecas y los brazos de estar por quien sabe cuánto tiempo en esta posición. No es que uno pueda llevar exactamente la noción del tiempo una vez caes inconsciente cuando alguien te dice hijo de perra y te golpea, pero supongo que he de llevar algún buen rato.
—Has despertado.
¡Jesús, qué susto!
¿Quién ha hablado?
Puedo notar que es la voz de un chico, pero no logro ubicar de donde procede. En esta oscuridad no puedo distinguir bien las cosas, si es que las hay.
—¿Te encuentras bien?—vuelve a hablar.
Bueno, al menos sé que está aquí porque si no entonces supongo que debería de comenzar a preocuparme por fantasmas.
—Sí—contesto un poco cauteloso tratando de localizar la voz—, supongo que sí. Y tú... ¿estás bien?
—Ya hace un rato que pasó el dolor—me comenta—. En serio, yo hace un tiempo que creí que esto se había acabado.
—¿De qué hablas?—inquiero.
Escucho al chico suspirar y sorberse los mocos. Este lugar apesta a rancio, así que supongo que tener la nariz congestionada podría serme útil también.
—Vamos, no digas que no lo recuerdas.
—Lo siento, pero no sé qué debo de recordar.
Y ahí vamos. Yo y mi mala memoria. Genial.
—Espera, ya pase por esto—advierto, soltando un suspiro—ya Karla me ha dicho que olvidé escribir la carta, pero ya la he hecho.
—¿Karla? ¿Carta?—me dice riendo—. No conozco a Karla y no sé de qué carta me hablas.
—¿Entonces de qué hablábamos exactamente?
—A ver. ¿No me recuerdas, cierto?
Intento recordar su voz. Busco en mi base de recuerdos, por si tal vez la encuentro, pero solo consigo que me duela más la cabeza, así que desisto.
—¿Debería? Es que, bueno, en esta oscuridad no es que pueda distinguirte exactamente.
—¡Oh! Lo siento, espera.
Puedo escucharlo forcejear un poco y golpear algo con quién sabe qué hasta que logro escuchar un "clic" y una lámpara de luz blanca en el techo se enciende iluminando el lugar.
Por un momento siento como si mis retinas fueran a desprenderse del cambio brusco de luz, pero poco a poco se acomodan al blanco fluorescente de la lámpara.
Es un cuarto de algunos cinco metros por cinco, con paredes pintadas de un color blanco agrietado que comienza a descascararse de a poco, unas cubetas de plástico se encuentran cerca de la mesa que esta por la puerta y unas cuantas sogas también tiradas alrededor de ellas. El techo es cielo raso, curtido y amarillento seguramente por el tiempo, con bastantes telarañas pegadas por doquier. Puedo notar que el piso es de cemento, algo agrietado y en algunas partes húmedo con pequeños charcos de agua que parecen haberse formado gracias a que cae una gotera de una tubería oxidada que pasa por el borde de la pared.
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Sasha: Diario de un chico adolescente. (Vol. I)
Teen FictionSasha es un chico de 17 años con una vida adolescente bastante normal, pero la adolescencia no es una etapa común y corriente; está llena de muchas emociones y vivencias que presionan su vida. Las experiencias vividas y las sensaciones a flor de pie...