Capítulo 7.

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"Siempre será"

Puedo notar que sus ojos están cansados, pero no pierden ese brillo que los caracteriza. Seguramente ha estado igual que mí, agobiado por la situación, posiblemente y por como lo conozco eso le ha provocado insomnio. ¿Qué hago? Cori está ahí parado, sin hacer nada, mirándome fijamente sin decir ni una tan sola palabra ¿Qué estará pensando?

Puedo notar como sus labios están temblando, seguramente de frío. Mis manos tiemblan pero no por la temperatura del amanecer sino más bien de nerviosismo...seguramente de miedo. ¿Pero de qué?

—Co... Cori—le digo, titubeando—. ¿Qué haces aquí?

La pregunta fue de lo más estúpida y me maldigo a mí mismo por haberla hecho. Está de más preguntarle, sé a lo que ha venido, ambos sabemos por qué está aquí.

Él me sonríe pero no me dice nada. Aquella estúpida sonrisa que me hace saber que algo en él no está bien, que siente algo que le carcome por dentro. Duele.

Me acerco hasta él y puedo notar sus pómulos rosados, su nariz roja y como tiembla su cuerpo. Él me mira fijamente a los ojos por unos segundos y luego desvía la mirada, aquella mirada que se ve tan dolorosa, tan decaída.

Duele aún más.

Su cuerpo sigue temblando, me pregunto si...

—¿Desde qué horas estas acá?

Cori guarda silencio por unos segundos más, aún con la mirada perdida en la nada, sin mirarme fijamente fingiendo hacerse el fuerte, cuando posiblemente sea yo quien está haciendo un esfuerzo sobrehumano por no desmoronarme.

—Desde la una de la madrugada—musita con voz temblorosa.

Oh, mierda.

—¿¡Qué!?—exclamo con irritación. Es un imbécil—. ¿¡Has dicho desde la una de la madrugada!?¿¡Acaso estás loco!?—le digo exaltado, alzando mis manos en el aire enfadado. Enfadado no porque él hubiese venido, sino enfadado por la estupidez que ha hecho. ¡Pudo haber muerto de hipotermia!—. ¿¡Por qué demonios no tocaste el timbre!? Hubieras podido entrar, sabes en donde está la llave de repuesto ¡maldición! ¿¡Acaso has pensado en lo que te pudo haber pasado!?

Cori guarda silencio, cabizbajo y con la mirada pegada en el suelo. Titubea un poco antes de hablar hasta que finalmente salen palabras de sus labios...

—Lo...siento. Es solo que quería verte.

...palabras que se sienten no se si bien o mal.

Siento ganas de llorar, no sé si de rabia o felicidad, cólera o alivio... simplemente no lo sé.

—¡Demonios Cori!—le espeto furioso—. Debiste haber pensado en lo que te pudo haber pasado. ¡Pudiste haber muerto congelado!

—Ódiame—musita en seco.

Sigues sin saber qué estás haciendo realmente, Sasha.

—¿Perdón?

—Por favor ódiame—masculla esta vez con una voz más fría que el hielo—. Simplemente detéstame hasta que te aburras.

—¿Pero qué estás diciendo?

—Por favor, Sasha—murmura.Y de repente su voz se rompe entre sollozos—. Quiero regresar el tiempo y dejar todo como estaba antes.

—Pero nada ha cambiado Cori—le digo tratando de calmarlo aunque sé que está tan sofocado por el asunto como yo—. ¿Qué debería de ser igual?

—¡Todo!—grita entre sus lágrimas—. ¡Todo debería de ser igual! ¡Nada tendría que haber cambiado!

Puedo notar que la voz de Cori suena desesperada, angustiada y cansada. Posiblemente él también esté tan confundido como yo pero realmente no sé qué hacer en estos casos. ¿Qué debería de decir?

Sasha: Diario de un chico adolescente. (Vol. I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora