"Afecto inmutable"
Ha comenzado a llover. Últimamente el clima ha estado bastante raro. Seguramente toda la deforestación y contaminación ambiental ha comenzado a dar sus frutos; bienvenido caos climático. Hace unos días estuvo tan soleado que pensé que me iba a freír vivo por cada vez que salía de mi casa, luego en las noches el clima es tan gélido como el congelador de la nevera y ahora, curiosamente, llueve por cada rincón.
No sé si ya lo he mencionado pero me encanta la lluvia. Es esa sensación tan etérea y quieta, ese sonido del "tick, tick, tick" de cada gota de lluvia golpeando el suelo o la ventana, ese trueno a lo lejos que si estas atento logras escucharlo hacer eco, esa brisa tan fresca y húmeda soplando en tu rostro, es todo eso lo que hace que me ponga por mi ventana a verla caer. Me relaja.
El cielo está gris hasta donde la vista alcanza, la llanura tras mi casa se encuentra empapada y puedo ver los rayos surcando el cielo a lo lejos. Esto me recuerda a Darien y a Carol, que seguramente en su casa estarán tomando en estos momentos una taza de chocolate o café caliente con malvaviscos. Debo de ir a visitarlas de nuevo uno de estos días. Aquí en Longmont las tormentas suelen ser bastante dóciles, son simplemente una lluvia en la que cualquiera se vería tentado a salir y jugar bajo ella, pero las pocas veces en las que se torna violenta—y cuando digo violentas es que son realmente VIOLENTAS—es mejor quedarse en casa escondido bajo las sabanas.
Creo que prepararé chocolate.
Bajo a la cocina a prepararlo y busco en la alacena la caja de malvaviscos para poder acompañarlo. Espero y no se los hayan comido todos los chicos. Si hay alguien en el mundo que ama los malvaviscos con locura son Karla y Cori. Pero más Karla.
La última vez compré la bolsa jumbo de ellos y en tres horas habían llegado a sus estómagos alrededor de trecientos malvaviscos. No sé por qué demonios no les dio un coma diabético.
Son todo un caso a la hora de comer y no sé cómo demonios no engordan. Bueno, supongo que es porque hacen ejercicio. Cori, como siempre, hace ejercicio en su casa, tiene pesas y todas esas cosas necesarias para sacar músculos en poco tiempo, posiblemente eso explique por qué el chico está en buena forma. El hecho de que se saque su polera luego de sudar en el entrenamiento provoca euforia entre las chicas que asisten a verlo.
En cambio Karla, ella como siempre, se mira hermosa. Tendrá sus secretos para mantenerse así pues come como demente, seguramente tanto como yo, y como por arte de magia no engorda. Va al gimnasio, sí, y aunque no lo crean no toma ningún suplemento que la haga adelgazar. Sé cuánto odia ese tipo de cosas para verse más delgado y sé a ciencia cierta que nunca las tomaría. Creo que simplemente tiene un metabolismo acelerado y pues con el gimnasio logra ese cuerpo tan perfecto que tiene. Al cargarla puedo sentir que es liviana pero sin llegar a los extremos, tiene el peso justo y la altura perfecta.
Bien, ella es ese tipo de chica que se merece un chico de lo mejor, juro por Dios que si se le atraviesa un idiota lo moleré a golpes así sea me cuesten mis dientes.
Con Cori no puedo decir lo mismo... simplemente no se dan las circunstancias por el momento.
En fin, viendo que ellos se encuentran en tan buena forma me he decidido desde hace un mes más o menos ponerme en forma y no puedo quejarme de los resultados. Si bien antes tenía un cuerpo nada mal, ahora está más que mejor. He notado últimamente que en mi abdomen comienzan a marcarse unas líneas y que mi pecho se ha vuelto un poco más amplio, sin mencionar que mis brazos están un poco más gruesos. No es la gran cosa pero se puede notar un poco el cambio. Al menos haciendo ejercicio me siento un poco mejor y agarro resistencia para la masacre que se hace en la clase de deportes con el entrenador Rony. Es un psicópata del ejercicio y dictador de lo imposible. Una vez nos puso a correr desde el Instituto a la ciudad. ¿¡Quién en su sano juicio pone a correr a chicos de 17 años casi quince kilómetros!? Lo único positivo que pude sacar de eso fue descubrir que mi vocación no será nada deportiva.
ESTÁS LEYENDO
Sasha: Diario de un chico adolescente. (Vol. I)
Ficção AdolescenteSasha es un chico de 17 años con una vida adolescente bastante normal, pero la adolescencia no es una etapa común y corriente; está llena de muchas emociones y vivencias que presionan su vida. Las experiencias vividas y las sensaciones a flor de pie...