College.

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Después de ver a Emily en su casa, sentí que todo estaba claro. Sí, sentí mi corazon en mil pedazos, sin embargo sentí que si ella lo quería así, estaba bien.
Pero ya no estaba esa luz dentro de mi, ya no había ocaso en mi mente ni esa chispa que me producía su presencia, solo estaba ahí, y estábamos en caminos diferentes. Por lo menos desde ahora.
Fue difícil su partida pero mas me costó asimilar que yo debía dejarla ir, por que aún que no estuviera aquí, en parte, estaba aquí.

Me devolví a casa sin ánimos, abría y cerraba las puertas de la casa cada que pasaba por ellas, ignorando rotundamente a las palabras que mi madre o padre pudieran decirme.
Y por si fuera poco, mañana entrábamos al colegio y no iría con ella.

Esto no me puede estar pasando a mi- dije mientras enojada tomaba cosas y las tiraba con impotencia al suelo

Que no te puede estar pasando?- escuche la voz dulce de Samantha que había asomado su cabeza por la puerta.

Nada- bufé.

¿Problemas amorosos?- dijo mientras entraba a la pieza y dejaba su bolso en el piso- venía a despedirme

Algo así- suspiré

Puedes contarme, puedes contar conmigo- me dijo mientras se acercaba a mi.

Dudé.

Vamos, te llevaré a casa- dije mientras buscaba un abrigo.

No es necesario, puedo irme en metro- dijo.

Lo se- dije colocándome el abrigo- quiero hacerlo

Sin decir algo más ella sonrió y nos fuimos al auto.

Mañana tienes clases ¿no?- pregunto mientras íbamos en el auto

Sí- dije distraída- ¿Estas cansada?
No, tienes pensado algo?-dijo sonriendo a mis notorias ganas de distraerme- se a donde podemos ir y que podemos hacer.

La miré y me deje guiar por ella hasta que llegamos a un barrio solitario.

Por qué estamos aquí?- pregunté cuando me indicó pararme enfrente de una de las casas.

Ven- Dijo mientras me insitaba a salir del auto.

Abrió la puerta y entramos, y allí estaba su casa, humilde y acojedora.

Bienvenida a mi hogar, el mejor lugar para las penas- dijo de un salto, sonriente y estirando sus brazos.

Sonreí de su ternura.

¿Y que hacemos ahora?-pregunté riendo

Ven- me tomó de la mano.

Fuimos a la habitación principal donde solo había una cama de dos plazas, un mueblecito y un armario.
Sacó de su armario un juego de mesa, me sentó en la cama y fue a la cocina. Cuándo regreso traía nachos, palomitas, y bebidas. Jugamos durante horas, reíamos de chistes, pérdidas en el juego y cuando decidimos no jugar más nos estiramos en la cama una al lado de la otra.

Nunca he tenido una amiga- dijo algo triste mientras miraba al techo- nunca encajé con alguien

La miré.

Yo tuve una amiga, y cuando las cosas cambiaron para bien, una nube negra se interpuso- suspiré- nos mandó por caminos separados- dije triste.

Lamento mucho oirlo, en especial por ese tono de tristeza en el que lo dices...-dijo tomandome la mano

Cuéntame de tu familia- dije mirando el techo

No nos llevamos- dijo con un tono de pena

Entiendo- tambien tenía problemas con mis padres

La amistad se convierte en amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora