Capítulo Tres

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El taxi al que llamé hace un rato me espera en la puerta. Al escuchar su impaciente pitido con el claxon corro a la ventana de mi habitación y le grito que no tardaré en bajar, a lo que me responde el taxista con una mueca poco amistosa.

-Está bien, estoy lista para esto. -Me digo a mi misma, mirándome al espejo.

No pensé que esta decisión fuese a ponerme tan nerviosa, pero aquí estoy, con las manos temblorosas y el corazón latiendo desbocado. Hace un rato hablé con mis padres más tranquilamente para no irme de casa enfadada y me han entendido, así que con ese tema estoy relajada. Lo que se me viene encima es la llegada a San Francisco y los posibles encuentros con Will. Eso sí que me pone los pelos de punta.

Me doy un último repaso en el espejo para revisar que esté todo bien. Estuve un buen rato pensando en qué debería ponerme, pero al final me decidí por algo cómodo. Me puse unos pantalones cortos negros y una camiseta de tirantes blanca, para hacer el largo viaje cómodamente.

Cojo la maleta con ropa de verano y salgo de la habitación, bajando las escaleras con nerviosismo y encontrándome con mis madre en la entrada.

Mamá me mira apenada desde la puerta abierta y veo que papá habla con el taxista, eso me dará algo de tiempo para despedirme de ella a solas. Sigo sintiéndome mal por dejarla sola este verano, pero tienen q solucionar de una vez sus problemas o acabarán por destruir el poco vínculo familiar que nos queda.

-Sigo sin entender por qué te tienes que ir en taxi. Tu padre podría acercarte al aeropuerto. -Susurra mamá a la vez que se retuerce las manos.

-Así será mejor, mamá. Ya lo hemos hablado. -Contesto por milésima vez.

En realidad no quiero decirla que el motivo por el que me voy en taxi es porque no quiero estar a solas con papá en estos momentos. Necesito que las cosas se tranquilicen.

-Siento mucho que tengas que marcharte así, cariño. Esto no es lo que esperaba... -empieza a decir.

-Mamá, por favor. -No sé si aguantaré otra conversación así, viendo como se carga la culpa a ella sola. -No será todo el verano, sólo hasta que hayáis arreglado las cosas.

-Me siento tan culpable por haberte hecho sentir así estos años...

-Mamá... -susurro, empezando a lamentar que mi decisión sea la equivocada.

-Está bien, es hora de que te vayas o perderás el autobús. Te prometo que cuando llegues todo estará arreglado, lo haremos por ti.

-Y por vosotros mismos también. -La recuerdo.

Mamá se acerca del todo a mí hasta abrazarme y yo la devuelvo el abrazo con fuerza. Las lágrimas amenazan con salir, pero me despido de mamá rápidamente y camino hacia el taxi.

El taxista sale de su asiento para abrir el maletero y colocar la maleta que me acompañará a Las Vegas.

-Disfruta de tu viaje, cielo. Cuando llegues envía un mensaje, ¿vale? Ah, y el taxi ya está pagado.

-Gracias papá. Os avisaré en cuanto llegue. -Le aseguro.

Papá me da otro abrazo y se lo devuelvo, aunque no con las mismas ganas que él. Sé que para él es mejor que me vaya porque no tendrá que estar en casa con mamá haciendo el paripé, podrá irse con esa otra persona con la que está viviendo felizmente.

Me monto en el asiento trasero del taxi que huele a humo de tabaco y me despido con la mano de mamá y papá por última vez. El trayecto se me hace corto por los nervios del viaje, así que cuando llegamos al aeropuerto me avisa el taxista para que salga.

Anhelo IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora