Capítulo Siete

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Camino detrás del chico rubio con su mano sujeta a la mía para evitar que me pierda entre la gente. Cuando llegamos a la salida de la discoteca veo que él le dice algo al portero con el que hace horas discutí y se me remueve el estómago cuando ambos me miran sonrientes. Sus miradas me hacen sentir vulnerable, así que rápidamente suelto su mano y aparto la mirada de ellos. ¿Cómo demonios he sido tan tonta de dejarme llevar por el momento? Ahora me siento estúpida y como si fuese una chica más del montón para un hombre con un calentón.

-Eh, guapa, mi coche está aquí cerca. -Me dice el rubio con una sonrisa triunfal en los labios. 

-Creo que debería avisar a mis amigos. -Miento, intentando acabar con esta situación incómoda.

Él hace oídos sordos a mis palabras y me saca fuera, tirando con fuerza de mi mano. No escucha mis quejas por culpa de la música, o al menos quiero pensar que ese es el motivo por el que no para. Rápidamente tira de mí hacia él y, donde no hay tanta gente, me estampa contra la pared con su cuerpo pegado al mío. Me besa con fuerza, como lo hizo en la barra, pero esta vez no me dejo. 

-¿Qué pasa? -me pregunta jadeante con las cejas enarcadas, claramente molesto.

Antes de que pueda contestarle vuelve a acercar su cara a mí, pero esta vez es el cuello al que ataca. Comienza a besarme el cuello con ganas, pero, al alzar la vista, veo de nuevo a Will. Esta vez está apoyado sobre una moto Yamaha de color rojo, bastante grande. Su camiseta negra y corta se ajusta a su cuerpo y puedo ver como se tensan sus músculos por debajo. Me mira fijamente, apretando la mandíbula y con una mirada de pocos amigos.

El chico que tengo encima continúa besando mi cuello, pensando que mi silencio se debe a que me está gustando. Si supiese que cuando miro a Will se me olvida todo lo demás seguro que le daría el mismo bajón que a mí.

-¿Estás más relajada ahora? -me pregunta, arrimando su cintura a la mía, restregándose de una forma asquerosa.

-Para, por favor. -Le pido, levantando la mirada hasta sus ojos, pues me saca más o menos una cabeza.

-¿Estás de coña? Pensaba que querías esto. -Dice, levantando el tono de voz y señalándonos a ambos. Justo cuando voy a contestarle me corta para seguir hablando. -Esto tiene fácil solución, simplemente te ha dado el aire y no estás muy centrada, pero dentro querías lo mismo que yo y ahora podemos arreglarlo.

El rubio vuelve a poner su boca contra mi mandíbula y yo asomo la cabeza como puedo por encima de su hombro, mirando de nuevo a Will. Él continúa mirándonos y no sé qué pensar de que lo haga, pero necesito que me ayude. 

Las únicas palabras que hacen falta para que Will se levante de la moto son "por favor". Con sólo mover los labios él se levanta y camina deprisa hacia nosotros. Sus andares son tan intimidantes que consigue que me encoja con sólo mirarle.

Cuando llega hasta nosotros coge al rubio por detrás de la chaqueta del traje y le estampa contra la pared, a escasos centímetros de mi cuerpo. Le veo susurrar algo en su oído antes de soltarle y dejarle caer en la calzada, con miles de miradas puestas en nosotros.

-Vamos, súbete a la moto. -Dice sin mirarme y con la mandíbula todavía apretada.

Hago lo que me pide sin rechistar, limpiándome como puedo las babas que el rubio dejó sobre mi cuello. Qué asco, no sé cómo he podido llegar tan lejos. Menos mal que Will estaba ahí, que sino no sé dónde habría acabado.

Will me pasa el casco negro que hay apoyado sobre la moto y me lo coloca con suavidad. Se sienta en la enorme moto y me ayuda a sentarme detrás. No sé por qué le estoy haciendo caso, debería volver dentro con los demás, pero algo me dice que le siga. Silencio a la vocecita que me dice que lo que hago está mal y paso mis manos por su torso para no caerme. En cuanto le toco siento mi cuerpo temblar, hace meses que no le veía y no esperaba tocarle nunca más, al menos no de esta forma.

Anhelo IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora