Capítulo Dieciocho

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Beth

La rabia me corre por las venas a una velocidad increíble, haciendo que mi buen estado de ánimo se esfume al igual que mis buenos pensamientos. Gina abraza feliz a Will como si fuese de su propiedad y por un momento pienso en si realmente tuvieron algo en el pasado.

Finalmente Will separa a Gina de su cuerpo hasta que la deja sobre el suelo con esos taconazos de muerte y yo me cruzo de brazos a la espera de una buena explicación, ya que por lo visto Gina es la que ha conseguido que no luche y a mí no me hizo ni caso.

-Gina... -empieza Will.

-Tranquilo, guapo, no tienes que darme las gracias -dice ella mientras acaricia el brazo de Will y yo me tiro de los pelos mentalmente.

-Pero, ¿por qué lo has hecho?

-Bueno, porque somos amigos... ¿no? -El tono de su voz parece triste y casi consigue que se me pase el enfado. Casi.

La mano de Gina continúa acariciando el brazo de Will y me entran ganas de apartarla de malas maneras. Ella me está dando la espalda, así que no consigo ver de qué forma le está mirando. Y ya para colmo tengo que aguantar ver como Will la dedica una de sus sonrisas rompebragas. ¡Oh, por Dios!

-Llámame cuando hayáis acabado con este momento tan especial -le digo a Will en voz alta para hacerles saber que sigo aquí-. O mejor, ya nos veremos por ahí.

Alzo la mano para despedirme y me doy media vuelta, sintiendo como la rabia me nubla la vista por un segundo y sin poder reprimir las palabras que se supone que solo estaba pensando. No tenía en mente soltar todo eso, pero ha sido inevitable, lo juro.

Maldigo en voz baja sin dejar de caminar a paso ligero, pero unas manos fuertes fácilmente reconocibles me frenan en seco y me dan la vuelta para encontrarme de frente con la mirada gélida de Will. ¿En serio es él el que se va a enfadar?

-¿Pero qué te pasa? ¿A qué ha venido eso?

Polf, jarrón de agua helada.

-Bueno, eh... -suelto de forma entrecortada sin saber qué contestar-, parecía que queríais intimidad y ya estaba sobrando.

Malditos celos...

-¿De verdad sigues sin darte cuenta de que a la única chica que quiero y necesito eres tú? Gina es una amiga, ya lo has oído, y me ha salvado el culo esta noche. Lo que pasa es que no me dejas explicártelo y te largas, pues esta vez no te voy a dejar aunque te mereces un buen castigo.

Sus ojos se posan sobre mis labios cuando termina la frase y siento un escalofrío por todo el cuerpo. Tiene razón, no debería haberme comportado como una niñata celosa, pero es que no he podido evitar ponerme tensa.

-Tienes razón, me merezco un buen castigo -contesto en voz baja, sintiendo la rojez que se me extiende por toda la cara-. ¿Me perdonas?

El gesto de su cara deja de ser glacial para convertirse en algo cálido y familiar, acompañado de una sonrisa sutil que enamoraría a cualquiera.

-No sé -susurra con la voz ronca mientras se acerca más a mí, posando sus manos en mis caderas para atraerme hacia él-, la verdad es que me has puesto a mil. Parece una tontería, pero tus celos y tu carácter insostenible es una mezcla explosiva, pequeña celosilla.

Me muerdo el labio inferior involuntariamente y siento la necesidad de abrazarlo y besarlo en un sitio en el que sólo estemos él y yo.

-Chicos, no quiero molestar, pero... -suelta de pronto Gina a la vez que hace un sonido hueco con los labios. -¿Os gustaría tomar algo?

Anhelo IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora