Capítulo Diecinueve

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-Buenos días, pequeña -susurra una voz familiar sobre mi nuca, consiguiendo que despierte.

Estoy tumbada boca abajo en una cama grande, con una sábana fina cubriendo algunas zonas de mi cuerpo desnudo. Me estiro sutilmente a la vez que entorno los ojos y gimo al sentir a Will sobre mi espalda, aunque su peso no está puesto sobre mí del todo porque tiene un brazo a cada lado de mi cuerpo.

-Buenos días -ronroneo sonriente, recordando lo bien que lo pasamos anoche en esta misma cama. Bueno, en el sofá y en la ducha también...

-Estás increíble cuando duermes, ¿lo sabías? Nunca me cansaré de verte así.

Posa sus labios con dulzura contra la piel de mi espalda y siento que se me eriza todo el cuerpo. Me besa suavemente por todos lados y olvido de lo que me ha dicho.

-Ahá... -susurro, dejándome llevar por el placer de sus caricias.

-No te imaginas cuanto me gustaría quedarme todo el día en la cama contigo, pero hoy tendremos que aguantarnos.

-¿Lo dices en serio? -me quejo.

Me giro con cuidado hasta acabar de frente a él y comienzo a besarle el cuello con la misma dulzura con la que él me lo hacía a mí.

De repente se aparta rápidamente y me mira desde el borde de la cama mordiéndose el labio y devorando mi cuerpo con su mirada. Dios, con solo una mirada ya me vuelve loca.

De pronto me fijo en que está recién duchado y vestido con ropa cómoda. ¿Se tendrá que ir al gimnasio ahora? Mierda, esto no me lo había imaginado.

Alargo la mano hacia la mesilla que tengo a la derecha para coger mi móvil y veo que son las once de la mañana. ¿Cuánto habremos dormido? ¿Cuatro horas? Oh, Dios...

-¿Tienes que irte tan pronto?

Sé que mi tono de voz es una mezcla de suplica y decepción, pero es inevitable para mí.

Me siento en la cama tapándome con la sábana granate y le hago un puchero. Sí, es un juego bastante sucio pero tengo que intentarlo.

-Tenemos -aclara y me guiña un ojo. -A no ser que tengas otro plan y no puedas pasar el día conmigo, en ese caso tendré que encargarme personalmente de que lo canceles y obligarte a venir.

Reprimo una sonrisa y siento todas las mariposas en el estómago queriendo escapar.

-¿Ah si? ¿Piensas obligarme? Vaya, eso me gustaría verlo -respondo coqueta, acercándome a él a gatas por encima de la cama.

-No, pequeña, no me hagas esto... -susurra con un tono lleno de deseo y no puedo reprimir la sonrisa que se expande por toda mi cara.

Will cierra los ojos cuando llego hasta él y le beso con demasiadas ganas, mordiendo su labio inferior hasta que tiro de él suavemente. Él gime contra mis labios y me sujeta por las caderas para devorarme como hizo hace escasas horas. De pronto me coge con ambas manos y me coloca alrededor de su cintura, llevándome a algún sitio que desconozco porque soy incapaz de abrir los ojos. Sólo los abro cuando siento que me va colocando lentamente en el suelo, entonces me doy cuenta de que ya no estamos en la habitación, sino en el baño.

-Will... -gimo suplicante por volver a estar enredada en su cuerpo.

-Dúchate -dice con la respiración todavía agitada-. Hoy tendrás que aguantar un poco, pequeña. A mí me duele más que a ti, créeme, pero tengo otra cosa mejor para hoy y no puedo esperar a enseñártelo.

Por un momento puedo sentir la emoción que le recorre y que sé que intenta contener y eso hace que me calme y le quiera complacer. No tengo ni idea de lo que tiene pensado, pero si está rechazando un momento de sexo conmigo entonces debe de ser importante, porque sería la primera vez que lo hace. Al menos la primera vez en un momento en el que me insinúo como una loca.

Anhelo IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora