Refugio

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" -¿Quiénes son esas dos personas?

Thomas se apartó de Teresa y buscó quién había gritado.

Era un hombre con el cabello corto rojo, sosteniendo una pistola negra apuntando hacia Brenda y Jorge, quienes estaban sentados uno junto al otro, temblando y mojados y golpeados.

-¡Que alguien conteste! -gritó el hombre de nuevo. Thomas tomó la palabra antes de que pensara sobre ello.

-Nos ayudaron a conseguir atravesar la ciudad. Nosotros no estaríamos aquí si no fuera por ellos.

El hombre sacudió su cabeza hacia Thomas.

-Tú... ¿los recogiste por el camino? Thomas asintió, no le gustaba hacia dónde iba.

-Hicimos un trato con ellos. Les prometimos conseguir la cura, también. Nosotros todavía teníamos menos gente cuando comenzamos.

-Eso no importa -dijo el hombre-. ¡Nosotros te dijimos que no te acercaras a los ciudadanos!

El Berg continuó subiendo más alto en el cielo, pero la puerta abierta no se cerraba. El viento azotaba a través del amplio agujero; cualquiera de ellos podría caer hacia su muerte si los golpeaba una turbulencia.

Thomas se puso de pie de cualquier modo, determinado a defender el pacto que había hecho.

-Bueno, tú nos dijiste que viniéramos aquí, ¡y nosotros hicimos lo que teníamos que hacer!

Su anfitrión con la pistola hizo una pausa, pareció considerar esa línea de razonamiento.

-A veces olvido que pocas veces entiendes lo que está pasando. Bueno, puedes mantener a uno de ellos. El otro se va.

Thomas trató de no mostrar el estremecimiento que eso le dio.

-¿Qué quieres decir... con el otro se va?

El hombre hizo un clic en algo de su pistola, luego la sostuvo muy cerca de la cabeza de Brenda.

-¡No tenemos tiempo para esto! Tienes cinco segundos para elegir quién se quedará. Si no eliges ambos mueren. Uno.

-¡Espera! -Thomas miró a Brenda y a Jorge. Ambos miraban fijamente al suelo, sin decir nada. Sus rostros pálidos de miedo.

-Dos.

Thomas suprimió el pánico que crecía, cerró los ojos. No había nada nuevo allí. No, él entendía las cosas ahora. Sabía lo que tenía que hacer.

-Tres.

No más miedo. No más sorpresas. No más preguntas. Tomar lo que viene. Jugar el juego. Superar las pruebas. Pasar los Ensayos.

-¡Cuatro! -La cara del hombre enrojeció-. ¡Elige ahora o ambos morirán!

Thomas abrió sus ojos y dio un paso adelante.

Luego él apuntó a Brenda y dijo las palabras que faltaban atravesar sus labios.

-Mátala a ella.

Debido a la extraña declaración de que sólo uno podía quedarse, Thomas creyó entender. Creyó que él sabía lo que ocurriría. Que era otra Variable y ellos tomarían a quien fuera que él no eligiera.

Pero estaba equivocado.

El hombre metió su pistola en la cinturilla de sus pantalones. Entonces se agachó y agarró la camisa de Brenda con las dos manos, tirando a la chica hacia sus pies. Sin decir una palabra, él se movió hacia el aire abierto, tomándola a ella con él.

Brenda miró a Thomas con ojos asustados, su cara llena de dolor mientras el extraño la arrastraba a través del suelo metálico del Berg. Hacia la escotilla y hacia una muerte certera.

Cuando estaba a medio camino, Thomas actuó.

Saltó hacia delante y golpeó hacia las rodillas del hombre, tirándolo al suelo; la pistola hizo un estrépito en el suelo cercano a él. Brenda se cayó de un lado, pero Teresa estaba ahí para atraparla, separándola del borde peligroso de la puerta. Thomas puso su antebrazo izquierdo contra el cuello del hombre, y alcanzó la pistola con la otra mano. Sus dedos la encontraron, la tomaron, y la tiraron acercándola a él. Brincó y se alejó, sosteniendo la pistola con ambas manos, apuntando al extraño que estaba tumbado sobre su espalda.

-Nadie más muere -dijo Thomas, respirando pesadamente, un tanto impresionado de sí mismo-. Si no hacemos lo suficiente para pasar tus estúpidas pruebas, entonces fallamos. Las pruebas han terminado. - Mientras lo decía, se preguntó si se suponía que esto debía pasar. Pero incluso eso no importaba... quería decir cada palabra que dijo. La absurda matanza y las muertes tenían que terminar."

Thomas & Brenda A Través De Los LibrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora