91. Te atrapé

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La prometida de Máximo se mantiene sentada sobre él y aparte de que me acaba de interrumpir, me mira con asco. Encima tiene el descaro de creerse superior, no sé si piensa que con su anillito me va a ahuyentar, pero si es así, está muy equivocada.

―Soy Carina. ―Sonrío―. Es un placer conocerte al fin.

Rueda los ojos.

―A ti no te pregunte. ―Lo mira a él―. ¿Quién es esta cosa mal vestida? ―Me señala.

¡¿Qué?! ¿Qué le pasa? ¡La mato!

―Alguien ―responde el niño rico y saca su nuevo celular, ignorándola.

Okey, ahora soy "alguien" ¡¿Qué clase de respuesta es esa?!

―Maxiu, préstame atención ―le exige.

―Si terminaste de comprar, ya nos podemos ir. ―Vuelve a mirarla y le habla cortante.

―¡Pero no opinaste sobre ningún atuendo! ―Patalea.

Qué idiota es esta chica.

―¿No opinó? Qué mal, eso no se le hace a una novia, qué triste ―vuelvo a hablar.

―Soy su prometida. ―Marca territorio otra vez, supongo porque no le transmiten afecto―. Además, tú no sabes nada.

―Cuando yo salía con él, no solo opinaba, también se metía en el vestidor ―digo lo último en tono seductor, entonces él reacciona y me observa―. ¿Qué pasa? ―Sonrío―. ¿Lo vas a negar eso también? Como tantas cosas que tenemos pendientes.

―¡¿Qué?! ―Se levanta la prometida, estando rabiosa―. No voy a escuchar esta porquería, me aburre a muerte, me voy al auto. Cuando termines con esta cosa gorda ―Me señala. La quiero matar―, hablamos. ―finaliza, se gira y se va.

―¡Uf! Al fin se fue la loca. ―Cruzo las piernas de manera seductora y él las mira, pero luego gira su vista―. Por cierto ¿No debiste haberla defendido?

―¿Qué quieres, Carina? ―Bufa cansado.

―La verdad, obvio. Pero la pregunta es: ¿Tan fea te parezco embarazada? ―bromeo un poco―. Porque antes estabas todo el día detrás de mí y ahora...

Me mira a los ojos.

―¿Estás intentando manipularme? ―Sonríe.

Me descubrió.

―No, yo solo digo lo que pienso. ―Me acerco a su rostro―. ¿Quieres entrar al vestidor como los viejos tiempos?

―Solo bromeaba y te subía el cierre, no hay nada de seductor en eso.

―Pero lo del yate fue más divertido. ―Me aproximo más, pero él se levanta.

―No voy a caer en tu trampa.

―¿Seguro? ―También me paro, aunque lo agarro de la chaqueta y lo empujo hacia el vestidor cerrando la puerta―. Ahora te atrapé ―exclamo con confianza y veo como el orgullo de Máximo desaparece, mostrando un sonrojo en sus mejillas.

Hay que admitirlo, este chico no puede fingir más.

Estoy embarazada ¡¿De quién?! #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora