93. Fruto prohibido

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Siento la respiración de Máximo cerca de la mía, debo admitir algo, lo tengo en la palma de mi mano. Yo soy la reina y él es el siervo. Solo tengo que usar mis armas de mujer y cuando menos lo espere ¡Boom! Le hago decirme todo, muy fácil.

―¿Seguro que quieres jugar con fuego? ―Mira mis labios.

―¿Olvidas quién soy? ―Sonrío.

―No... ―Estampa su boca contra la mía y nos envolvemos en un beso seductor.

Mis manos pasan y se mueven por su cabello, mientras él mueve las suyas en mi cintura, los labios juegan al mismo tiempo que nuestras lenguas. Admito que cuando hablamos de fuego, hablamos de calor también. Un pequeño vestidor, un lugar reducido, un espacio donde no se hacen estas cosas, pero ¿Quién se fija en eso? Hay algo que tenemos en común, y eso es jugar a no seguir las reglas. Lo prohibido es excitante.

―Máximo... ―Besa mi cuello y borra los chupones que hizo Lex, haciendo los suyos propios.

―¿Sí? ―solo se limita decir.

―¿No crees que nos vayan a ver? ―Sonrío―. El vendedor puede aparecer, quizás viene otro cliente o incluso tu prometida puede volver ¿Es interesante, no? ―Intento molestarlo.

Se acerca a mi rostro.

―Muy interesante. ―Me besa―. Pero a la única que veo aquí eres tú. ―Levanta mis piernas y yo las aferro a su cintura―. ¿Probamos el fruto prohibido?

―Claro.

Lo beso y seguimos en esa situación sin reglas.

Estoy embarazada ¡¿De quién?! #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora