Epílogo I

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7 años después...

Camino por la vereda con... ¿Diez bolsas? Sí, creo que son diez.

―¡¡Maxi, deja de correr y ven aquí!!

Este niño es un revoltoso, no puedo estar tranquila un segundo, que ya se me escapa.

―Pero Mami... ―Me pone esa cara tierna, que convence a cualquiera, pero a mí no me engaña.

―No, agárrate de la bolsa ―ordeno.

Infla los cachetes, pero lo hace.

―Papi me deja correr.

―Tu padre es un irresponsable, no le hagas caso.

Sueno sobreprotectora, pero... ¡Tengo diez bolsas y ninguna mano disponible!

No tengo idea cómo hace Corina con tres, sí, tres. Parece que la fábrica de Xavier va en aumento, supongo que juguetean todos los días, esos pervertidos. Después me dicen a mí y ellos son los que andan procreando de más.

Ya que me pongo a recodar ¿Qué pasó en estos últimos años? Pues...

Cuando volví al país, ocurrieron varias cosas, a medida que transcurrió el tiempo. Por ejemplo Lex, fue arrestado por tráfico de drogas. Pues sí, mejor, que se quede unos cuantos años en la cárcel.

¿Qué pasó con Milen? Me olvidé de decirle con quién estuvo en la fiesta, con Tina, pero... uh, terminó casándose con Mirta y se arruinó todo después cuando le tiró los cuernos con la mismísima Tina. El tema es que ahora tiene un hijo de cada una ¡Parece que los niños vuelan por aquí!

¿Qué pasó con Nico? Se fue de viaje y se salvó de la acosadora de Karen. Recién, hace unos meses, ha empezado a salir con una chica, es alemana. No sabía que Nico era bilingüe, seguro Corina sí. Siguen hablándose por chat, serán amigos por siempre. Por mi parte, yo ya lo superé.

―¡¡Maxi, regresa aquí!! ―le grito a mi hijo que se me escapa otra vez.

―¡Ya llego, ya llego! ―expresa feliz y corre a la empresa donde trabaja su padre―. ¡¡Hoy veré a papi!! ―Levanta los brazos alegre y salta adelante de la puerta, saludando al guardia de seguridad.

―¡Espera un segundo!

¡Uf! Cómo pesan estás bolsas.

―¡Voy a ir al parque de diversiones! ―Baila.

―¿Otra vez? ―Me sorprendo―. ¿Cuántas veces te ha llevado ahí?

Es tan caro a donde lo lleva que ni me imagino cómo puede ser ¿Cómo le enseño a no despilfarrar el dinero? Si cada vez que vienen los días que lo cuida él, lo lleva a lugares donde gastan la plata por montón.

Lo consiente demasiado.

Abren la puerta y caminamos por el pasillo. Le digo al guardia que me cuide las bolsas y persigo a Maximino, que se me escapa mientras correr a la oficina principal, se sabe el lugar de memoria.

―¡Eh, Max! ―Oigo a Máximo cuando nuestro hijo entra a su despacho, luego abro la puerta y me saluda a mí―. Hola, cariño. ―Tiene a Maxi entre sus brazos y sonríe.

Ruedo los ojos.

―No soy tu cariño, búscate una esposa y dile a ella cariño.

―No tengo tiempo para mujeres. ―Baja a Maxi y vuelve a su escritorio, se sienta revisando unos papeles―. Un segundo. ―Firma uno de estos y agarra el teléfono para contactar a su secretaria―. Mándame por fax las cuentas del mes pasado, tengo que ver algo.

Mientras espero y Maxi da vueltas en círculos, no tengo idea por qué, observo la oficina. Pensar que aunque se separó completamente de su familia, aún tiene tanto dinero. Es inteligente, vender las acciones de la parte que le correspondía de la empresa de su madre y hacer su propia compañía es admirable.

Lo he visto hacer tantos trámites desde que volví, que no podría hacer las cuentas, de cuantos son. El tema del apellido ha sido un problema durante estos años, ya que él ha querido cambiárselo y para eso tardó mucho. Ahora tiene el apellido de la madre de Nico, no sabía que se podía hacer y Maximino, también lo tiene, tiene el nuevo apellido de él. Otro trámite más, que consiguió limpiamente y con arduo trabajo. Admito que para temas de papeles, es muy bueno.

―¿Y tu marido? ―pregunta mientras revisa los papeles sin mirarme.

―¿Camilo? Bien, trabajando. ―Sonrío.

―¡Dijo que me arreglaría el karting y no lo hizo! ―grita Maxi dejando de dar vueltas y mirando a su padre―. ¡Cómprame otro! ―Salta―. ¡Que sea azul, el rojo no me gusta!

―¡Maximino! ―lo reprendo―. Deja de pedir cosas ¿Qué te dije?

―¡Pero quiero uno azul!

―¿Qué te dije? ―repito.

―Que no pida más cosas. ―Hace puchero.

Máximo se ríe y a modo de burla me reprende a mí:

―No seas mala.

―No soy mala, soy realista ¡No le vas a dar otro karting! ―Lo apunto.

Sonríe.

―Lo que tú digas ―dice con sarcasmo.

―No entiendes, que tiene que aprender el valor de las cosas. ―Me cruzo de brazos.

―Para eso estás tú, yo estoy para consentirlo. ―Lo mira a él―. Max, te compraré el karting. ―Sigue sonriendo.

―¡Sí! ―grita alegre, corre hasta él y se sube sobre sus piernas―. ¡Karting! ―Levanta las manos.

Suspiro.

―Haz lo que quieras.

―Eso haré ―exclama Máximo triunfante.

―Bueno, ya me voy. ―Sonrío.

Maxi baja de las piernas de su papá, corre hasta mí y me abraza. Luego, regresa con su padre y lo saludo también a él. Salgo al pasillo, entonces agarro las bolsas para irme. Miro al cielo al salir del edificio. Hay sol, es un hermoso día. No hay nada mejor que la felicidad. 

Estoy embarazada ¡¿De quién?! #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora