36. Pasado parte 8

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Comimos galletas otra vez, a la madre de Nico le encanta cocinar. No dijo nada al ver mi cambio, solo miro desconforme la situación.

―Ya es hora de irme. ―Observa el reloj―. No se queden hasta muy tarde. ―Nos saluda y se retira.

Yo continúo comiendo con una sonrisa y Nicolás me mira.

―Espero que no estés pensando, lo que creo que estás pensando ―sugiere.

―Yo no pienso, estoy sucia ―contesto y sigo masticando―. Pero ya que lo dices... ―Me levanto y me acerco a su heladera, diviso lo que busco―. Aquí está. ―Sonrío complacida.

―¿El qué? ―Me mira desde la silla.

―La vi ayer. ―Alzo la cerveza―. Sabía que tenías una.

―Yo no tomo alcohol y tú no deberías. ―Se para y me la quita.

―Yo tampoco, pero no tiene nada de malo probar.

―Eh, no sé ―responde confuso.

―Dale, déjame jugar a ser la chica mala. ―Paso mi dedo por su torso.

―No, además, eres la hermana de mi mejor amiga.

―¿Quién se va a enterar? ―sugiero―. Solo estamos jugando. ―Le saco la botella―. ¿No quieres jugar?

―Basta, esto es depravado. ―Se gira.

Lo agarro de la espalda.

―¿No me dijiste que contará contigo para lo que sea? Ayúdame. ―Me ruborizo, entonces se da la vuelta a mirarme, se ve agitado.

―Me voy a arrepentir ―responde sonrojándose.

―No si es un secreto. ―Sonrío y él destapa la botella.

Bebemos y destapamos otra botella. Al no estar acostumbrados a beber, nos emborrachamos muy rápido y nos reímos de cualquier cosa.

―Eres tonto ja, ja, ja.

―No tú lo eres ja, ja ja, ja.

Me le acerco y lo beso. Él me sigue la corriente y me corresponde. Admito que no sé cómo llegamos a la cama, ni dónde tiré la ropa, pero fue fantástico. Al menos para mí, porque...

―¡¿Pero qué hicimos?! ―grita al despertarse a la mañana.

―Ay ¿Por qué tanto ruido? Qué dolor de cabeza. ―Me remuevo entre las sábanas, confundida y me doy cuenta, sentándome rápido―. Nosotros que... ―Mi cara se vuelve roja igual que la de él―. Nosotros, tú y yo... ―Los recuerdos llegan a mi mente en un instante―. ¡Oh, cielos! Y me gustó. ―Me sorprendo de mi misma.

―No digas eso ―exclama avergonzado―. Ay, no debí haberte hecho caso.

―Ni que hubiera sido tan malo. ―Ruedo los ojos.

―No es eso ―dice nervioso―. Yo no... yo no voy haciendo este tipo de cosas, solo así porque sí. Además, tengo a alguien que me gusta y...

―Cálmate, Romeo, no has hecho nada malo. ―Lo detengo―. De todas formas, nadie se va a enterar ¿Recuerdas? Dijimos que sería un secreto.

―Dijimos eso por una cerveza. ―Frunce el ceño y me mira directo a los ojos―. Además ¡Estamos en la cama de mi madre! ―Aumenta la voz.

―Nadie lo sabrá, tranquilo. ―Lo beso y me dispongo a levantarme, pero me detuvo por la mano.

Me mira preocupado.

―Debes parar, estás yendo a un punto sin retorno.

Sonrío.

―Es allí a dónde quiero ir.

―Entonces, espero que encuentres lo que buscas.

¿Lo que busco? Busco libertad y es lo que voy a encontrar.

Estoy embarazada ¡¿De quién?! #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora