Capítulo 39

285 37 7
                                    

Había que pagar un precio muy alto por las malas decisiones y consideraba que el costo por cada decisión era invaluable para mí, siempre tuve miedo de quedar en deuda, entonces asumía que las malas decisiones me dejarían en bancarrota de por vida, de ahí venía mi obsesión por el control absoluto. Tenía el impulso de hacer estrictamente lo correcto, como una especie de pago a las cosas buenas a las que había tenido acceso, como si por una mala decisión todo se me arrebatase de la nada. No me considero una persona depresiva, más bien, una persona tan obsesionada con la resiliencia que cada espacio de recuperación cobraba una importancia desmedida. Pasé los últimos tres días en auto terapia, algo exagerado considerando que nada estaba "tan mal" solo buscaba que las meditaciones, los ejercicios de respiración y el ejercicio físico me ayudaran a entender el porqué de mis pesadillas. Durante esos días soñaba con una soledad y rechazo absoluto, por parte de las personas que me importan, Henry, Casandra, Sam, Brandon, e incluso el papel que León jugaba en ello era indescifrable.  Me veía a mí misma cargando un pesado saco sobre mi espalda, y tenía que cruzar un puente colgante y deteriorado, el miedo de caer no superaba el miedo de soltar el saco que llevaba, era aún más importante cruzar y colocar el saco intacto. Luego aparecía Eithans y me ofrecía soluciones tan sencillas y engañosas. Me pedía que dejara el saco y que ambos cruzaríamos a salvo, pero más allá de rehusarme había una sensación de desconfianza que me hacía quererlo lejos. Y esa sensación fue el impulso que me hizo atravesar el puente en forma de huida, ya no solo tenía que mantenerme a salvo a mí y al saco, tenía que perderme de esos ojos que llevaban un azul maquiavélico. Y luego mientras caía y todo el contenido del saco volaba por los aires, me despertaba la sensación de desconsuelo. Me despertaba en mi cama, llorosa y con vestigios de un miedo imaginario. Ya no quería volver a dormir, bajaba por una infusión tranquilizante y reproducía una serie de audios que relajaran o al menos distrajeran mis pensamientos.
¿De dónde venía todo ese conjunto de sensaciones aterradoras?
Definitivamente la huella que había dejado León en mí era imborrable, ningún ser había logrado infiltrarse e influir de esa manera en el sistema perfectamente organizado que representaba mi vida. Él era una variable impredecible y con un poder inconmensurable que había usado en mi contra en el pasado.
Tres días después todo parecía volver a la normalidad, incluso las pesadillas se habían vuelto borrosas, por las noches podía cerrar los ojos con la tranquilidad de no volverlo a encontrar por ahí, aunque no por mucho tiempo, pues su presencia en mi vida tomaría una figura literal con la que me encontraría por lo menos cuatro veces a la semana, ese era el horario que Brandon me había entregado para los ensayos. Pronto esos cuatro días se volverían siete y luego ya no habría manera de escapar de él. No había otra manera, el contrato estaba firmado y solo quedaba presentarme el primer lunes del mes a las 9:30am. Mientras tanto, mis funciones en la compañía habían sido delegadas al 100% a mi hermano Sam, se había preparado por completo y su entusiasmo lo convertía en el candidato ideal, incluso por encima de mí que había perdido el entusiasmo hace tiempo. Toda mi intensidad estaba enfocada en mi nueva carrera, que no era solo un empleo más, era el inicio de mis sueños cumplidos, ¿en verdad me iban a pagar por ello? Pudiese ser una voluntaria con el simple hecho de recibir esa clase de atención, pero iba a recibir una bonificación que fácilmente cubriría mis necesidades básicas, estaba realmente soñando despierta, pero en una clase de sueño lúcido quebrantado en el que una figura rebelde se había filtrado y representaba una amenaza. No podía controlar su presencia en esa parte importante de mi vida, pero sí lo que eso pudiese provocarme, entonces así comenzó mi reto; sentada a las 9;23am en una sala espaciosa y elegante de grandes pasillos, un piso demasiado grande para las personas que nos encontrábamos ahí, pude contar un par de personas con equipos sofisticados de fotografía, maquillaje, vestuarios, y otros más que se paseaban sin prisa a lo largo de la habitación. Aún estaba muy a tiempo, no había más actores, los directores no estaban presentes y Brandon estaba estacionando el auto. Tenía una extraña sensación en el estómago, como una especie de ansiedad intermitente que me mantenía alerta frente a cualquier aparición repentina. Poco a poco el lugar comenzó a habitarse, y apareció una figura masculina que se destacaba sobre el resto que se movía con una clase de preocupación sobre estimada, el hombre parecía relajado y con una seguridad que se movía por él, que lo trasladaba y lo reubicaba a cualquier lugar en donde fuese el único centro de atención. No era León, era el masculino que aparecería conmigo en la película, eso supuse, tenía una finta exacta de protagonista, sus movimientos lo gritaban sin la necesidad de una presentación formal. Lo sabía también porque lo había visto en un par de películas en mi juventud en las que precisamente jugaba el rol principal, un hombre adulto, de la generación de Eithans, con un porte de excesiva elegancia y atractivo físico. Era mayormente conocido por su rol como el hombre de acero, un súper héroe clásico que nadie perdía de vista. Alto, cabello negro, piel reluciente, llamativos ojos azules, barba partida, cuerpo esculpido y muchas otras cualidades más que lo volvían imperdible, seguramente ya saben de quien estoy hablando, cómo si no fuese suficiente un hombre con papel de superhéroe en mi vida. Mientras estaba perdida en la belleza de Harry Colins me sorprendió una voz que estaba más cerca de lo que hubiese anticipado, era Brandon hablándome desde hace unos cinco segundos, tenía una sonrisa de burla que evidenciaba que me había pillado protagonizando el primer momento vergonzoso de mi jornada laboral.
—Descuida, es completamente normal. Sinceramente yo estaría igual que tú si se tratara de la primera vez que lo veo.

Te Encontré(Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora