Capítulo 36

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"Divorcio" una palabra tan rota y gris, pero que en otras circunstancias hubiese tenido un brillo de esperanza. No había esperanza, pero sí un sinnúmero de emociones sin descripción, se había divorciado y el hecho de que el motivo apuntara hacia mí me dejaba un dolor nauseabundo en el estómago. ¿Qué representaba aquella revelación? No estaba muy segura  si era una insinuación o simplemente una confesión de un corazón en agonía, porque sufría, y puedo incluso empatizar con su dolor, porque se sentía como si la daga que me había dejado en estado de postración en Suiza ahora estuviese en su pecho.

Mucho antes que fuera capaz de maquinar una respuesta ortodoxa, cerré las ventanillas del chat y me fui a dormir, porque sabía que podía pasarme horas intentando idear una respuesta correcta, pero no lo lograría, ya no había nada más que decir, como si de pronto el bolsillo de sentimientos que llevaba su nombre estuviera vacío, o simplemente roto. ¿Qué sentía en realidad por él? No podía responder tampoco a mis propias cuestiones, porque cuando su imagen comenzaba a parpadear en mis recuerdos una ola agresiva lo arrebataba de tajada, como si fuese un virus intentando entrar a un programa que supo cómo reconocerlo y eliminarlo. Quizá solo debería considerar si realmente fue bueno haberme enamorado de él.

Por las mañanas ocurría un fenómeno puntual que consistía en recontar cada uno de los sucesos que revolvió emociones importantes el día anterior. Todo esto antes de alzarme de la cama, como si necesitase realizar un análisis de daños e interrupciones que permitiera a mi sistema funcionar de manera regularmente adecuada. Por un lado, estaba León y su divorcio, su decisión no tendría porque influir en mi rutina, yo había tomado mi decisión independientemente de lo que el hiciera con su vida, pero todo replanteaba un nuevo algoritmo de sucesión, es decir, debía establecer una serie de alternativas y soluciones a cada una de ellas, para que las consecuencias de su decisión no me tomaran inadvertida en ninguna manera. Yo sabía que había colaborado directamente y debía pagar por ello. ¿Por qué había decidido entregarle una virginidad que había guardado aunque no de manera voluntaria por años? No era algo que ameritaba presunción ni mucho menos alguna clase de sumisión a una moral exagerada, yo no era ninguna santa, y por mi aspecto y la manera en la que fui sexualizada por años nadie creeria que a mi edad, aún conservaba lo que para muchos era una "virtud", para mí no lo era en absoluto, por años le atribuí mi asexualidad al hecho de que mi ego era lo suficientemente grande para creer que ningún hombre con todo y sus deseos naturales fuese capaz de merecer esa clase de intimidad, al menos no conmigo, que tenía mis intereses puestos en cosas menos banales. El sexo nunca fue prioridad, porque subestimando el destino y sus azares, no creía que un hombre fuese capaz  de merecerlo, y nunca un hombre como él. Supongo que la factura estaba dentro de un sobre por debajo de mi puerta.

Las mañanas transcurrían entre una rutina monótona pero impredecible, había añadido a mi día una variable, aquel hombre misterioso cuyo nombre olvidaba cada dos segundos podía interrumpir en cualquier momento, no sabía mucho de el, salvo que tenía un vago pero peculiar interés sobre mí, no me interesaba nada mas, incluso su rostro parece un boceto borroso que reconozco apenas volviéndolo a ver. De hecho, la idea de colaborar con el no me resultaba tan emocionante como esperaba, no lo sé, supongo que no es la clase de trato que esperaba tener, al menos no de esa manera, tan imprevista, tan fuera de mis planes y por lo tanto de mi control. El café oscuro de mediodía espolvoreó esos pensamientos. Había gastado mas de un tercio de mi energía intentando escudriñar hasta el ultimo detalle de su propuesta, elaborando una ecuación  que me permitiese quitar y agregar variables a mi antojo, todo para que cualquier final no me tomara inadvertida, tenía que tener todo resuelto, incluso un diálogo elaborado por si las cosas salían bien o mal, no había manera en que el destino me tomara la ventaja, suena agotador, pero mi excesiva necesidad de control había sido alimentada por un nuevo sujeto arribando a mi vida. No era el sujeto en cuestión, era la manera en que su propuesta pudiese complicarme la existencia. Sonreí con un suspiro ruidoso y cansado, era increíble la manera en que podía sumergirme en mi mente por horas, ya era tiempo de comer y pasar a dar una ultima supervisión, había dejado claro que tendría la tarde libre para leerme el cúmulo de hojas ordenadas dentro de la carpeta que había dejado Brandon en mis manos, debía tomar una decisión y debía hacerlo rápido para que mi mente no quedara incinerada, las opciones eran inagotables y siempre encontraba un sinnúmero de desenlaces alternativos, así que terminé mi jornada y me fui a casa. 

Te Encontré(Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora