Capítulo 29

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El sol se ha asomado por mi ventana, después de dos días de lograr sobrevivir a lo que decidí llamar "crisis post primera vez" me ha saludado con un "he vuelto, todo está bien ahora". Después de todo había dedicado las últimas horas a reparar mi consciencia y construir frente al mundo un rostro completamente ajeno a mis pecados. Solo se trataba de una visualización completamente clara, en la que el enfoque no estaba precisamente dirigido a lo que pretendía haber hecho mal, sino a un hecho neutro y consecuente. Podía incluso repasar el día de su cumpleaños y no sentir la misma agonía que me dejó paralizada e incapaz de continuar con mi vida, ya no me afectaba de la misma manera, pero no dejaba de ser un hecho completamente reprobable, pero había una pequeña línea entre lo que fue y lo que pudo haber sido, y me convencí de alguna manera que los hechos no pudieron transcurrir de otra manera, tuvo que ser así ¿Para qué? todavía no lo había reconstruido, pero estaba abierta a nuevas posibilidades. 

En la ducha, limpiando mi cuerpo de los últimos estragos de sus caricias, me vinieron todos los recuerdos. Eramos dos bebiendo vino y hablando sobre las banalidades de la vida. Él con su sonrisa intacta, lejana y preciosa. Su sonrisa presumía una felicidad que no era mía, que nunca lo sería, y que así como yo tenía otra vida la de él transcurriría perfectamente conmigo o sin mí. Estábamos juntos, pero nuestra individualidad no se mezclaba en ningún intervalo del tiempo, no nos afectábamos en ningún aspecto, éramos simples asíntotas pretendiendo estar unidas. No, yo no tenía idea de su rutina, de sus hábitos diarios, de sus conversaciones, de sus explicaciones. Nunca serían mías sus maneras ni esos argumentos que definían su vida, eso me hacía sentir liviana y al mismo tiempo afligida. Ese hermoso hombre no me debía nada, ni yo a él ¿Qué hacíamos entonces mirándonos con esa complicidad tan desafiante? ¿Por qué sentía que en mi vida era una pieza indispensable? 

Había entre la charla una mujer sosteniendo un látigo, traía gafas oscuras y un uniforme de vigía. Él no podía verla, pero tiraba del lazo en mi espalda en cuanto mi corazón comenzaba a confundirse. "Él no es tuyo, él no es tuyo" me repetía y no sabía cuál era la raíz del dolor, si sus palabras chorreantes de realidad, o la marca rojiza que quedaba en mi espalda por el golpe. No era mío, y no podía encariñarme con esa noche, pasara lo que pasara tenía que dejarlo ir al amanecer, tenía que acostumbrarme a que eso no sería nunca parte de mi vida, y por mi propio bien tampoco de mis recuerdos. 

-Estás hermosa. - me decía tratando de ocultar el asombro escondido en su mirada. Estaba fascinado del otro lado de la mesa de cristal en la que ambos bebíamos y comíamos trozos de un queso que no era amarillo. 

-¿sí?- pestañeaba y el color de mis mejillas se acentuaba. Sin darnos cuenta ya estábamos en ese juego de coquetería que inventamos juntos. Él usaba su palabrería y yo me sonrojaba como una niña de secundaria. Aunque había algo diferente esta vez, yo era consciente y disfrutaba el papel que se me asignaba, asumiendo lo estúpida que podía resultar. Me permití lucir lo bastante incrédula como si de eso se tratase la magia de la velada, como si mi inocencia fuese el comodín para ambos, pero sobre todo para redimir las culpas. 

Ambos nos mirábamos con naturalidad, como si no fuese necesario hacer absolutamente nada para forzar esa conexión palpable que nos envolvía. No necesitaba explicarme el porqué de sus pensamientos y no era necesario que yo tradujera mi espíritu, lo entendía, hablábamos el mismo lenguaje.

-Quiero hablar sobre ti. -decía y me llenaba de preguntas, sentí la misma incomodidad que él cuando se confesaba frente a mis cuestionamientos. No es muy atractivo hablar sobre ti, mucho menos cuando lo único que tienes que decir acerca de los últimos años es sobre él y la desastrosa reparación que no resultó del todo inmaculada. Me sentía avergonzada y le evité una burla a su cinismo.

-Estuve en Europa. Es un lugar hermoso y siempre resulta bien empezar de nuevo ahí. 

-Te quedó bien, luces muy diferente. -entre sus parpadeos me costaba trabajo dirigir su mirada a una sola dirección. Me observaba de arriba abajo, todavía encandilado por esa belleza mesiánica de la que tanto me hablaba. Una belleza un tanto mutada por el paso de los años y las inevitables heridas de la vida. Nunca me sentí mejor, los años me llenaban de vida y la madurez le daba otro acento a la gracia de mi físico. Un toque de sensualidad que no desaparecía del todo la inocencia de una niñita que miraba a través de los cristales marmoleados de un marrón casi pálido en mis ojos. A él le gustaba tener los detalles de mi rostro de cerca, poder analizarlos e interpretarlos luego en alguna de sus pinturas. 

Te Encontré(Chris Evans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora