No me daria por vencido

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-Cálmate, no sabes lo que dices, estás  histérica -dije con la voz entrecortada.

-No quiero verte mas nunca en mi vida y te juro que llamaré a la policia, diré que aparecistes.

-Daiana -dije implorando, no creia lo que escuchaba.

-Quiero que te largues, no sé ni porque te abri la puerta.

-Porque me amas -dije afligido

-Ya basta -dijo muy enojada.

-Déjame hablarte.

-No quiero escucharte, ya entiéndelo por Dios,  -dijo dando un golpe sobre la mesa.

Me le acerque, la vi echarse hacia atras otra vez. Al parecer no  seria tan fácil contentarla, pero por vencido no me daria.

-Apestas Keinan, ahora despues de secuestrador, violador, fugitivo, mentiroso, también eres un alcohólico -dijo con una sonrisa irónica.

-Me estas humillando Daiana  -me dolian mucho sus palabras.

-Mirate, estás todo desecho, despeinado, sucio, sin camisa, con olor a puro licor, por Dios, lárgate de mi casa, no quiero verte.

-Tranquila -dije  derrotado
-Puedo, puedo usar el baño, ducharme al menos -dije en un suspiro.

La senti cojer una buena bocanada de aire y señalándome el baño habló ya cansada.

-Adelante.

Por lo menos se compadecia de mi. Y cojiendo el abrigo que lo habia dejado en el suelo del balcón, me  dirigí al baño.

Me quité lo que me quedaba de ropa, el pantalón y el boxer.  La camisa de rayas ni me acordaba donde la habia dejado, asi que me ducharia y me pondria lo mismo que traía puesto.

A lo que habia llegado, por Dios. Abrí el chorro dejándolo caer por mi cuerpo.  Al menos me quitaria el olor a borracho despechado.
Ya al salir me miré al espejo y la verdad que Daiana tenia razón.  Estaba echo un asco, el semblante caído, los ojos hinchados, el cabello alborotado, me habia crecido tanto que ya ni me acordaba cuando me rasuraba la cabeza. Ya necesitaba afeitarme, tenia la sombra de los vellos en mi cara y estaba muy quemado del sol.

Miré el tatuaje.  Me lo habia hecho en una apuesta que hicimos yo y Jay en la Universidad. Había sido por una chica.  Estábamos los dos enamorados de ella y un dia nos preguntó si alguno de nosotros tenia una marca en su cuerpo, ya que a ella no le gustaban los tatuajes, ninguno la tenia.  Asi que se le ocurrió a Jay hacer la apuesta que si la chica le hacia caso a el, yo me haria el tatuaje de la letra de mi nombre en el cuello, en señal de que no le interesara a esa chica y viceversa, si me hacia caso a mi, pues se lo haria el.
Yo perdi la apuesta. Tuve que marcarme.
La razón, a la chica no le gustaban los calvos locos. 

Volvi a caer en tiempo, baje la vista al suelo y pensé en Daiana.
Tenía que perdonarme, tenía que volver a mi, si no lo hacía, no sabía como viviría sin ella.

El agua estaba helada y  el dolor de cabeza me mataba. Ya queria hablar con ella, era lo único que me importaba ahora, asi que terminé de ducharme, me vestí y sali.  Me sorprendió cuando lo hice.

-Toma, come algo antes de que te vayas -dijo dándome un sandwich y una taza de café.

Me senté en la mesa y la verdad no tenia ganas de comer, pero  empezé a hacerlo.  Comia despacio, sin ganas, mientras la miraba a ella hacer cosas en la cocina.

-Necesito dos pastillas, si las tienes por favor, el dolor de cabeza me está matando.

Vi que rápidamente buscó en la alacena,  sacándolas de un frasco y las puso de mala gana sobre la mesa. Le di las gracias, pero no dijo nada.

SECUESTRADA (PARTE 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora