¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Tiempo"
Él
Hace una semana no la veía, tampoco podía acercarme a ella, su aroma nuevamente me volvía loco, me demoré tres días en controlarme y contenerme, los demás sólo la vigilaba, la cuidaba, no me gustaba que estuviese trabajando para uno de los demonios más fuertes que hay. Estaría en peligro pronto, Federicco, o más bien Sheldon, sólo la contrató por su aroma, no tenía ni la mínima intención de contratarla por su carácter. ¿Quien lo haría con su belleza y su aroma? Me ponía celoso que él estuviera más cerca de ella que yo. Que tuviera la oportunidad de hablar con ella, de cualquier manera posible. Era su jefe, y yo no era nadie.
Mi mano en su cintura no me dejaba pensar con claridad, me ponía nervioso, debía admitirlo. Ella provocaba muchas cosas en mí, indescriptibles.
La guié por un pasillo, sólo una luz tenue del comedor iluminaba el principio, noté su nerviosismo. Al llegar al final, abrí la puerta. Dejando ver mi lugar favorito de toda la casa, el cual yo diseñé. Era una habitación con techo de cristal, era una noche despejada, se veían las estrellas. En medio de esta, había un piano, a su alrededor estantes llenos de libros.
—Es... Hermosa —Dijo Asombrada sin dejar de mirar todo a su alrededor, para luego mirar el techo.
«Tú eres hermosa Sam»
Pensé, y sentí el calor subir por mis mejillas. Eso sólo le pasa a una adolescente enamorada. Ya no era un capullo. Pero esa chica causaba tantas cosas...
Me ponía nervioso estar a solas con ella, en mi habitación favorita.
Se acercó al piano y miles de imágenes haciéndole el amor arriba de este me invadieron, sentí mi erección apretar con mi pantalón. No quería que pensara mal de mí, pero simplemente... Estaba perdiendo el control nuevamente. Temía que pasara eso, no poder controlarme cerca de ella.
—Ahora vuelvo, iré por algo de beber —Hablé con voz ronca. Se volteó a mirarme y asintió con una sonrisa encantadora, tímida e inocente.
Salí de la habitación dejando la puerta entreabierta tras de mi, caminé por el oscuro pasillo para luego dar con la luz, enrollé la manga de mi chaqueta junto a mi camisa hasta mis codos, sentía que me faltaba el aire y de a poco la temperatura aumentaba. Inhalé y exhalé una y otra vez sin ningún resultado. Quería ir lento para no espantarla, pero parecía que cuando estaba cerca no tenía control sobre mi mismo.
Me dirigí a la sala de estar, en la mañana había dejado una botella de Champán encima de la mesa de centro, la cogí y luego me dirigí la cocina, saqué dos copas del mueble y caminé lentamente en donde se encontraba la primera y última mujer que amaría.
Al llegar, paré en seco al oír mi melodía favorita, Kiss the rain. Sabía tocarla muy bien, entonces me di cuenta que no sabía todo de ella, no sabía que tocaba el piano. Tal vez aprendió cuando yo no estaba. O antes de conocerla. Abrí la puerta con la punta del pie. Me acerqué a ella, parando a tan sólo metros tras ella, estaba sentada y totalmente pérfida entre las teclas y la hermosa melodía.