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Él
La toalla caer al piso con violencia, dejando a la vista su maravilloso cuerpo. La imagen de ella desnuda no salía de mi cabeza. Los nervios no me dejaban tranquilo, a pesar de que siempre la veía, siempre estaba ahí, junto a ella. No me era suficiente, quería tenerla. Como la primera vez que me besó, porque fue ella la decidida. Quería sentirla, quería que me recordara, que me amara tanto como yo a ella. Hace 6 años la había perdido, por culpa de mi madre. Ella había provocado la accidente de Sam. Era un peligro para ella. Su intención no era matarla, era arrebatarle su don, pero con ello se llevó su memoria, no tan sólo olvidándome para siempre, sino, que tampoco era visible ante sus ojos en ese tiempo. Cuando regresó a esa maldita casa y me atravesó, como si yo no estuviera ahí, supe que algo había pasado. Hasta que su mejor amigo me lo contó todo. Como ya no pudo verme, acepté ser yo quien remplazada a mi madre, y así; convirtiéndome en un demonio. Pero muy diferente a ella. Yo no quería serlo, pero era la única opción. No me acerqué a ella Antes porque... me estaba acostumbrando a su aroma, perdía el control. Y la rabia acumulada provocada por mi madre más me enfurecía. Pero ya no, ya no causaba nada. Al fin esta noche la vería.
Estaba imaginándola entrar por la gran puerta blanca, con el vestido turquesa que le había enviado, sabía que no tenía qué ponerse. Ni menos para esta fiesta.
Me serví un baso de bourbon y me lo bebí al seco. Lo que nunca pensé era en cómo me iba a acercar, cómo actuaría ante ella. Parecía un verdadero capullo enamorado. No podía pensar con claridad, no veía en momento en el que llegara.
Para distraerme saludé a los invitados. Gente refinada, gestos delicados... no me agradaba esta parte.
Me solté un poco la corbata, sentía que me estaba ahogando.
Cada vez más llegaba más gente, pero ella no, ella no llegaba. miré la hora en mi reloj, marcaba las 11:26. Ya sabía que no era puntual.
Escuché gritar al guardia, me acerqué para ver que estaba sucediendo. Al llegar a la entrada pude ver al guardia peleando con tipo calvo. Iba a ir a separarlos, pero una cabeza me da en mi abdomen. Agaché la cabeza Encontrándome con sus ojos y sus mejillas rosadas. No había duda que ella había provocado la pelea, aprovechando su distracción para colarse. Sonreí por lo ingeniosa chica que con el tiempo se había convertido.
—Lo siento —Hizo una mueca. No podía hablar, el sentirla era algo inefable.
— Ah —Comencé a balbucear —... No te preocupes.
La agarré de la muñeca y la paré. Quedando cerca de sus labios. Su aroma invadía mis fosas nasales con violencia. Deseándola más.
— ¿Qué pasa aquí? —la voz de Luis de hizo presente, Sam se separó de mi acomodando un mechón de pelo tras su oreja, mientras mordía su labio.