Capítulo veinte

2K 104 20
                                    

Se levantó temprano, pero llegó tarde al trabajo, como mal acostumbraba.

Entre que caminaba con rapidez a su espacio, echaba la vista a todos lados para evitar a su jefa. Una vez en el lugar, corrió las cortinas y abrió las ventabas, encendió la computadora e inmediatamente se instaló en ella. En segundos creó una atmósfera de concentración sobre las columnas que debía corregir lo más pronto posible, sin percatarse de la presencia de Ariel entrando a su cubículo.

Se plantó al frente de ella y corrió un poco la computadora a la izquierda para llamar su atención. Mónica se sobresaltó, soltando una maldición entre dientes. —¿Qué te pasa?—Espetó en voz alta.

—¿Estás ocupada?—Preguntó como si no hubiese sucedido nada. Apoyó una de sus nalgas sobre la esquina del escritorio.

—¿Qué crees tú?—Se cruzó de brazos y alzó una ceja—. ¿Tú no tienes nada que hacer?

—Nos dieron la hora libre—dio una pausa, esperando que su amiga notara sus ''intenciones''—. ¿Conoces a Thiago? Trajo unas botellas para compartir, iniciaremos en un rato.

—Qué bien—dijo apenas, volviendo a lo suyo en el ordenador.

Ariel hizo una línea en los labios, inclinándose para rodar aún más el computador, con un toque de brusquedad a diferencia de la vez anterior.

—Sé que estás un poco ocupada, pero, ¿quieres venir? Para que te distraigas un rato.

—Sabes que no me llevo muy bien con los de tu piso—Mónica se atrevió a mirarla, sin expresiones en el rostro—, mucho menos si está Robert.

—No deberías preocuparte por él, no asistió al trabajo.

—¿Y eso? Hasta donde he notado, él parece más venir por ti que por sí mismo.

—¿Tú dices?—Una pequeña risa escapó de Ariel—, dijo que tenía asuntos importantes por resolver.

—¿Discutieron?—Su mejor amiga sólo la observó por Dios sabrá cuánto tiempo, y el mismísimo silencio fue suficiente respuesta.

—No estamos pasando por un buen momento, ni siquiera hablamos como solíamos hacerlo antes..., es difícil—Exhaló. Por un instante su mentón tembló, pero de inmediato cambió el tema—. Cuéntame tú, ¿cómo te fue con Michael Harris?

—Todo va a estar bien, ¿okey? Siempre me tendrás a mí—Mónica se levantó de su silla y la abrazó, sintiendo cómo Ariel respondía al gesto y asentía en su hombro. Luego, contestó: —Si supieras que fue algo que se podría considerar ''normal''; me invitó un café, hablamos un poco de nosotros y, después me llevó a casa.

—¿Qué tal? ¿Te lo hizo bien?

—¿Eh? ¿A qué te refieres con que me lo hi... ?—Ariel arqueó una ceja, asomándose una sonrisa juguetona en su rostro—. ¡Serás marrana! ¡Por supuesto que no! Jamás llegaría a ese punto con alguien, mucho menos con un desconocido como él, y tú lo sabes.

—Un desconocido con mucho, mucho dinero. ¿Te imaginas cuántos millones habrá en su bolsillo?

—El dinero no lo es todo, amiga.

—Eso es cierto, pero yo preferiría llorar en una mansión, dentro de un jacuzzi, a estar en una casa que apenas logra mantenerse en pie, no sé tú.

Mónica sólo niega ante a las ocurrencias de su amiga... ¡Vaya que amaba a esa mujer!, nadie sabría qué sería de una si no estuviera la otra.

—¿Has tenido la oportunidad de conocer a su hermana?—Siguió Ariel.

Amor Por Contrato | ResubiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora