Capítulo veintiséis

1.7K 97 28
                                    

De vuelta a la habitación, Mónica se topaba sudando y cabeceando. El reloj casi marcaba la medianoche, la hora justa en que su cuerpo le rogaba por un descanso. Se sentó en el suelo, apoyando la espalda en el marco de la cama, sin evitar darle una mirada a su alrededor inmerso en un desorden que ella misma causó.

¡Por fin! Sus pertenencias llegaron, y tan pronto como las recibió pidió que la hiciera llevar a su aposento; la mayoría se resguardaba dentro de cajas, otras por bolsas, de inmediato empezó a extraerlos y probó con cambiar todas las cosas de lugar, pretendiendo obtener un parecido a su piso en West Villague. De cierto era un poco complicado, dado al gran espacio que había. Los suelos eran cubiertos por una alfombra, y las paredes acogían un color vivo, refrescante. La cama se ubicaba en el centro con perfecto arreglo, más dos mesitas de noche a los lados. Eso era lo primero que vislumbrabas justo al entrar.

En el costado derecho de la estancia se hallaba una ventana de techo a piso, cubierta a medias por una cortina de terciopelo. También un juego de sillones en color humo en torno a una mesa baja redondeada. El armario era empotrado, con proporciones anchas. Del costado izquierdo, un escritorio de roble y encima una laptop cerrada, dándole la espalda a todo lo demás. Por último, una estantería de madera. Uno de los mayores beneficios que tenía, era que inclusive contaba con su propio baño.

Sus libros y zapatos se esparcían por distintos puntos, y la ropa bohemio tumbado sin cuidado en lo ancho de la cama. Cambió de lugar el escritorio a la zona de la ventana, y los sillones al lugar anterior. La estantería la rodó junto al armario, y aprovechó para situar todos sus libros de una vez. Sólo le faltaba cambiar la cama, pero cuando estuvo a punto de rodarla su cuerpo estaba muy agotado, sólo le alcanzaba las fuerzas para darse un baño.

Se puso de pie, quitándose la blusa, el pantalón y la ropa interior. Sacó la toalla del armario y se dirigió al baño. En ningún momento de su existencia le gustó la idea de tomar una ducha larga, pasaba en realidad alrededor de diez minutos o menos, pero esta madrugada en particular, en medio de la espuma de jabón y el agua chocando contra la piel de su cuerpo, superó ese tiempo. ¿El motivo? Su mente había ido en caída y vuelo, volviendo a los recuerdos más recientes..., el día que fue presentada como la prometida de Michael Harris.

Por cada paso que dio al entrar en la sala de reuniones, el corazón le latía con fuerza, y el contacto de la mano de Michael no fue de mucha ayuda... Siendo observada por más de una par de ojos hizo que sus entrañas se comprimieran, y un extraño deseo de huir se clavó entre sus piernas. Pero ninguna de estas sensaciones podía comprarse al estado hipnótico que le hizo haber caído sentada en las piernas de Harris como acto repentino. ¡Por supuesto! No iba a dejar a un lado aquel pequeño beso en la nuca, la caricia del cabello...

Transcurrieron dos días de esa reunión, lo que significaba que él ya se había ido de la ciudad, y tal como dijo antes de irse, Gabriel estaría a su completo servicio. También le dio indicaciones específicas de cómo se realizaría la boda el día después de que regresara y que aprovechara el ''asueto'' para comprar ropa nueva.

De pronto el sonido del celular repicar arrastró su existencia al presente, percatándose que de forma inconsciente una de sus manos tocaba la parte exacta que fue besada por los labios de Michael. Cerró de prisa la regadera, envolvió su cuerpo en la toalla y salió en busca del aparato. Desbloqueó la pantalla, leyendo en nombre de Ariel en la bandeja de mensaje.

«dnde andas metida ah???te e llamado, pero para q siempre tienes el tlf apagado». Por un instante consideró la idea de responderle, pero antes de teclear, llegó otro mensaje: «sinclair detuvo la remodelación d tu piso significa q mañana te toca trabajar!!!». Entonces el teléfono notificó una llamada entrante de la misma persona. Y volvió a llamar otra vez, otra vez, y otra vez.

Amor Por Contrato | ResubiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora