-Bienvenido a Starbucks ¿Qué va a ordenar?- pregunto el ojiazul.
-Un Capuccino mediano por favor.
-¿Cuál es su nombre?
-Cinaferonte- el rubio río al escuchar su voz y como ese chico pelinegro se llamaba. El ojiazul escribió "Cinaferonte" junto a un...
Eran las 5:00 am y los chicos llegaron a una pequeña cabaña que rentaron, dejaron todo y descansaron un poco.
11:00 am
Freddy como siempre se había ido a buscar a alguien con quien divertirse un rato, dejando a Jos y Alonso solos.
–Jos– habló Alonso – Ya me aburrí.
–¿Quieres que vayamos a la alberca?– ofreció Jos.
–Esta bien– dijo tímido Alonso.
Jos tomó a Alonso de la mano y entrelazó sus dedos con los de el y caminaron rumbo a la alberca que estaba afuera.
Se adentraron en la alberca, donde por cierto no había nadie, ya que era una cabaña exclusivamente para ellos y no era temporada de vacaciones.
–Esta algo fría – Dijo Alonso mientras se sentaba en la parte menos profunda de la alberca.
–Si, un poco –Lo imitó Jos.
Ambos chicos se encontraban sentados, Jos tenía un brazo rodeando la cintura de Alonso y Alonso tenía su cabeza recargada en el hombro de Jos.
–Alon– habló Jos.
–¿Mande?
–Te quiero– Alonso se sonrojó.
–También te quiero –Dijo viendo a los ojos del pelinegro.
Jos miró los labios de Alonso, con ganas de besarlos, le gustaba Alonso sin duda.
Después de unos segundos viéndolos, no lo pensó más y unió sus labios con los de el en un tierno beso, que al principio Alonso no correspondió, pero tampoco tardó mucho en hacerlo. Se separaron por falta de aire y ambos se miranron con ternura.
—Tenia demasiadas ganas de hacer esto desde hace mucho— le dijo Jos.
Ambos volvieron besarse, movían sus labios con algo de delicadeza, pero conforme el tiempo, el beso fue aumentando. Jos abrió más su boca, al igual que Alonso, y ahora sus lenguas jugaban con las del otro. Era un momento que ambos nunca olvidarían.
El pelinegro posicionó a Alonso en su regazo, sin separarse de aquel beso. El ojiazul tenía sus manos detrás del cuello de Jos, y este acariciaba la espalda mojada de Alonso.
Jos bajó sus manos al trasero de Alonso, el pelinegro comenzo a masajear demasiado brusco el trasero del menor, por lo cual este gimió un poco, después Jos bajó un poco el traje de baño de Alonso.
–Espera– susurró Alonso separándose del beso– No...–Jos lo calló con un beso
–No te quiero obligar Alonso, esta bien, acabas de pasar por algo.
–No es eso, yo si quiero... Es sólo que no se como, nunca he...
–Esta bien pequeño, yo te enseñaré – volvió a besar a Alonso y continuó con lo que hacía.
Alonso comenzó a moverse arriba de Jos, y poco a poco comenzó a sentir como algo crecía bajo el, por lo cual soltó una pequeña risa.
El traje de Alonso ya no estaba en él, así como el de Jos, ahora ambos estaban desnudos.
–¿quieres hacer esto?— dijo Jos con voz agitada.
–Contigo haría lo que fuera.
–Si te duele avisame– dijo por último Jos.
Tenía ambas manos en el trasero de Alonso, y con una de ellas comenzó a buscar su entrada. Cuando lo hizo, introdujo uno de sus dedos, haciendo leves movimientos, por lo que Alonso se quejó un poco, debido a la pequeña molestia que sintió al principio. Luego metió otro dedo, y Alonso enterró un poco sus cortas uñas en la espalda de Jos, hechando su cabeza hacia atrás.
Cuando comenzó a acostumbrarse a aquella sensación, tomó el miembro de Jos entre una de sus manos, moviéndola de arriba a abajo, haciendo a Jos jadear y encorvar su espalda.
El pelinegro sacó ambos dedos de Alonso, se deshizo del agarre de Alonso e introdujo de a poco su miembro en Alonso.
–Ah, Jos...bebe– casi grito Alonso Jos se quedó quieto por un momento, esperando a que Alonso se acostumbrara y el mismo se moviera. El dolor de Alonso se fue luego de un rato, y se convirtió en placer. Comenzó a moverse enzima de Jos, haciendo que este lo embistiera.
–Dios, Alonso, eres tan caliente, ah... Podría follarte todo el dia... Ahhh...
–¡Jos!
El placer estaba invadiendo los cuerpos de ambos, haciendo que estos aumentarán la velocidad, cada vez las embestidas de Jos eran mayores y más profundas.
–Jos, me...vengó – dijo Alonso en un tono apenas audible.
–Vamos Alonso, ahora eres sólo mío– dijo con dificultad.
–¡Te...te quiero tanto!...¡Jos!
Y así fue, Alonso y Jos llegaron al esperado climax, y se corrieron casi al mismo tiempo. Jos salió con cuidado del ojiazul, y este se sentó de nuevo a un lado, a la vez que le daba un dulce beso en los labios, con la respiración agitada.
