1- Kim Tae Hyung

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Miré mis botas rojo chillón mientras sorteaba los charcos de lluvia y baldosas flojas. El frío era entumecedor en el invierno de Seoul así que, mientras sacaba humo blanco por la boca, empujaba con los puños cerrados dentro de los bolsillos del abrigo y rogaba al cielo que no volviera a llover hasta que me encontrará bajo protección.

Cuando estuve en el porche de mi casa, levanté la mirada para no llevarme puesto nada.

Y entonces lo vi.

Desde mi nacimiento había vivido allí: misma casa, mismo barrio. Y hacía varios años que aquella otra casa, la vecina, estaba desocupada. En aquel preciso instante el letrero de "se vende" había sido tachado con una cinta, mientras que un camión de mudanza abría sus puertas para bajar el mueblerío. Divisé al que supuse que sería el nuevo dueño de la casa, pues hablaba con el del camión. Iba con gorro de lana y barbijo, así que no pude distinguir bien cuántos años tendría (habría jurado por su físico que no más de treinta), e iba todo de negro. 

Estaba a punto de seguir por mi camino cuando, por el rabillo del ojo, vi que varios hombres trataban de bajar un enorme... ¿¡juego de pinball!? El del barbijo levantó los brazos y comenzó a hacer un extraño bailecito alienígena de felicidad. Dios mío... ¿mi nuevo vecino era un tipo infantil y raro? 

No quería saberlo, así que me metí en la casa.


Desperté con la alarma de mi celular que me había olvidado de quitar. Traté de volver a dormir, pues era sábado y levantarme a las siete de la madrugada no entraba en mis planes, pero no logré conciliar el sueño. Me levanté, resignada, y me dirigí al baño. Oriné y luego me dediqué a contemplar mi reflejo mucho tiempo en el espejo. Tenía la tez pálida, aunque no me agradaba demasiado; el cabello por los hombros, lacio y muy oscuro; y unas cuantas pecas esparcidas por los pómulos y la nariz. Me relamí los labios y me fijé en mis ojos: no eran rasgados como los de la mayoría en Seoul, sino grandes y grises.

Me había mudado con mis padres a Corea del Sur cuando tenía eso de tres años, por lo que, si bien tenía un perfecto español fluido por mis ascendentes; el coreano era mi idioma de todos los días. Pero, claro, mis rasgos "exóticos" eran algo que no había podido cambiar nunca; algo por lo que llamaba mucho la atención y... lo odiaba. Odiaba llamar la atención. Odiaba que me preguntaran por mi nacionalidad. Odiaba... Odiaba todo aquello que fuera abrumador para mi. Era una chica sencilla, algo tímida y silenciosa; y adoraba enormemente aquella paz.

Entonces fue cuando, como por burla del destino, oí una potente música. Salí del baño y casi corrí a la ventana de mi cuarto. Abrí las cortinas de par en par y me fijé en el ventanal abierto de la casa vecina que tanto tiempo, para mi gusto, había estado vacía y silenciosa. El espacio que separaba ambas casas no era mucho más grande que el ancho de una vereda.

Primero no vi nada: solo podía ver algunos muebles de habitación aún sin acomodar, o rodeados de telas; y oír la potente música dubstep que me quemaba la cabeza. Luego, vi que un tipo pasaba haciendo bailes raros y... no perdí momento.

-¡HEY!-exclamé. El tipo no pareció escucharme-. ¡HEY, TU! 

Mi nuevo vecino frenó y miró en todas direcciones excepto en la mía, como si no supiera de dónde provenía la voz. ¿¡Me estaba tomando el pelo!?

-¡EH, RARO! ¡ATRÁS DE TI!-probé.

Y, ahora si, se giró.

Retrocedí un paso cuando su mirada se encontró con la mía. Bueno... no era un "tipo", no tendría más de veinte años. ¿Se habría mudado solo? Sus facciones eran agradables e infantiles, casi tanto como... ¿¡Tenía un balde en la cabeza!? ¿¡Y por qué su blusa estaba destrozada a tijeretazos!?

-¡No te oigo!-exclamó, aunque no pude oírlo. Simplemente leí sus labios.

Era un chiste... ¿cierto?

-¡PUES BAJA LA MALDITA MÚSICA!-exclamé y, ¡oh, sorpresa!, estaba perdiendo los estribos; cosa que... no sucedía muy a menudo. 

-¿¡QUÉ!? ¡ESPERA! ¡VOY A BAJAR LA MÚSICA!-dijo, y se marchó.

Me di una palmada en al frente con la mano. No me lo podía creer. Aunque, bueno, por lo menos me había entendido.

La estruendosa música dubstep paró de golpe y me pregunté cómo mis padres no habían salido a ver aquel alboroto. Cuando el muchacho volvió a aparecer en su ventana levantó un brazo y me saludó con mucha energía matinal, sonriendo con una extraña sonrisa rectangular.

-¡Holaaa vecina!-exclamó-. Ahora si, ¿qué querías decirme?

-¿Por qué tienes un balde en la cabeza?

-¿Qu...?-miró hacia arriba y se lo quitó-. Vaya, lo estaba buscando...

-Sólo quería decirte que le bajaras a la música-continué, resignada a la situación. Mi vecino era un imbécil-. Es temprano, ¿sabes? ¡Algunos quieren dormir!

-Oh... ¡lo siento! Seré más cuidadoso.

Sonreí sarcásticamente y cerré con fuerza las cortinas, sintiéndome la mala de la película. ¡No era mi culpa que fuera tan desconsiderado! El barrio entero me lo agradecería.

-¡Espera!-exclamó, justo cuando estaba a punto de ir al piso de abajo a desayunar.

Tomé aire y abrí nuevamente las cortinas. Mi vecino se había apoyado en el marco de la ventana, sosteniendo su cara entre sus manos como haría una niña. 

-¿Qué quieres?-inquirí de mala gana.

-¿Una bienvenida al vecindario como corresponde?-trató, enarcando una ceja.

Entrecerré los ojos, casi percibiendo con la piel que aquel raro tramaba algo.

-Bienvenido al barrio.

-¡Kim Tae Hyung!-exclamó, tendiendo la mano al aire.

Miré su mano y luego a su cara un par de veces. El muchacho abrió y cerró los dedos, como si realmente esperara que yo estrechara su mano desde aquella distancia.

Mi estómago rugió, así que estiré mi mano fuera de la ventana y fingí estrechársela al aire.

-Cassandra-me limité a decir, el muchacho pareció satisfecho.

Entonces me sonrió. No con aquella sonrisa infantil que me había mostrado anteriormente, sino con una sonrisa medio pervertida que parecía prometer algo. Una sonrisa tan maliciosa y divertida que no podría sacarme de la cabeza en todo el día, lo sabía. Algo dentro de mi se removió, nervioso.

-Es un placer, Cassie-respondió antes de irse.




Why So Serious? [Kim Taehyung]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora