2- Fiesta de disfraces

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-¿Estás segura que no quieres ir? -inquirió mi madre, mirándome a través del espejo de la entrada, mientras se prendía unos enormes aretes a las orejas. 

Me crucé de brazos y me apoyé contra la pared, a su lado.

-¿Ir a una aburrida fiesta de adultos? ¡Pff! Paso.

Mi padre terminó de bajar los escalones a la corrida, sacudiendo la corbata en la mano. Mi madre siseó algo por lo bajo algo como "veinte años juntos, ¡y aún no sabes hacerte el nudo de la corbata!" mientras le arrebataba el lazo de la mano y se ponía manos a la obra.

-Si sucede cualquier cosa...

-... Como que estemos muy ocupados bailando y no querramos atenderte-agregó mi padre, anticipando la frase de su mujer que lo miró con fastidio.

-... tienes el número de la señora Soo en la nevera-siguió.

-No tengo cinco años -me quejé-. Además, la señora Soo tiene como noventa. ¡Ni siquiera debe saber descolgar el teléfono!

Mi madre se giró e hizo una mueca ante mis rudas palabras sobre nuestra vecina.

-No seas así, es una dulzura de mujer -mi madre se quedó un momento pensativa-. Espero que no se quite sus audífonos para dormir...-sonrió, restandole importancia-. ¡Ten una linda noche, cariño!

-Te diría que no tomes mucho o no uses drogas -mi padre se encogió de hombros-. Pero francamente me alegraría si lo hicieras, ¡lo pasarías mejor que nosotros entre todos esos viejos aburridos! ¡Auuuch! -se quejó, cuando mi madre lo golpeó con mucha fuerza en el hombro. Acarició su brazo herido y me sonrió para luego sacudirme el cabello-. Es un chiste, cielo: nada de alcohol y drogas -bromeó.

Hice una mueca. ¿Por qué mi padre siempre bromeaba acerca de mi pobre vida adolescente?

Me peiné nuevamente el lacio cabello y traté de sonreírles. Como no lo logré, me limité a murmurar...

-Pásenlo bien.

... antes de que se marcharan y me dejaran sola en la enorme casa de doble piso.

Suspiré, mirándome al espejo que anteriormente mi madre estaba usando. ¿Y ahora qué hacía? ¿Netflix y dulces? No, eso era lo de siempre. Me giré y miré las paredes elegantes y llenas de cuadros carísimos, esperando que algo me motivara. ¿Y si me ponía a jugar al Just Dance? Mmh, no. No era divertido jugar sola. ¡Ya sé! ¡Podría hacer panqueques! Se me daba fatal la cocina, por lo que no podía experimentar cuando se encontraba presente mi quejosa madre; así que aquel momento era sumamente oportuno para hacer desastres en la cocina. 

Di un paso hacia mi destino, aunque me quedé rígida cuando creí oír un chillido. Todos los músculos de mi cuerpo se tensaron, alerta, esperando volver a oír aquel espeluznante grito. 

Al cabo de dos minutos, allí estaba: otro grito. Ahora sí, corrí hacia la cocina y me detuve frente a al lavatorio para mirar por la ventana que se extendía sobre éste. Como la cocina quedaba exactamente bajo mi cuarto, la ventana daba a la casa vecina que seguía teniendo su cartel de "se vende" tachado. Sin embargo, comprobé, sobre la cinta alguien había escrito con marcador negro "TaeHyung vive aquí". 

No me cabía duda de que el grito había salido de aquella casa así que, muerta de miedo y pensando lo peor, descolgué el teléfono y arranqué el papel con el número anotado de la nevera. Volví frente a la ventana y marqué rápidamente el número para luego llevarme el tubo a la oreja. Mientras oía el tu-tu y esperaba a que la señora Soo descolgara, maravillándome de lo rápido que había tenido que requerir a su ayuda, vi cómo la puerta se abría y un chico salía corriendo mientras gritaba y agitaba los brazos sobre su cabeza. Abrí los ojos como platos, entre asustada y asombrada. 

Why So Serious? [Kim Taehyung]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora