3- Gatúbela

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Mi vida no solía ser aburrida. 

Había llevado un año efusivo y divertido el anterior, lleno de altibajos y corazones. Pues... sí, había tenido un novio... Las cosas no habían terminado demasiado bien con él. De cualquier modo, había sido un año inolvidable. Fue entonces cuando, luego de comerme la mentira de las doce uvas en año nuevo, todo cambió: me había separado considerablemente de mi grupo de amigos (en el que yacía mi ex novio) puesto que me sentía totalmente demás allí; y había encontrado una nueva pasión. Había encontrado la escritura. Me la pasaba las horas, los días, las semanas enteras dedicándome totalmente a las letras en el papel blanco de la pantalla de mi portátil. De alguna manera, había encontrado la salida allí: una vida paralela, mucho más emocionante y donde las cosas con los chicos salían bien...

En fin, ahora mismo me encontraba viajando en la parte de carga de una camioneta, rodeada de chicos que no conocía del todo, mientras el viento azotaba mi rostro y Hoseok trazaba delicadas líneas sobre mis párpados con un delineador negro.

Habían decidido maquillarme de gato cuando Jungkook soltó una risotada, señalando mis pantuflas de garras. ¡Había olvidado completamente que las traía! Sin embargo, Hobi no se desanimó y dijo que en la fiesta nadie notaría la diferencia pues todos irían disfrazados.

-Abre-dijo, alejándose un poco de mi para tener una mejor visión de su obra maestra.

-¡Yaaah! ¡Daeback!-exclamó Jungkook, sonriéndome.

Me sonrojé y busqué el espejo de mano que había visto en la bolsa de los cosméticos.

-No puede ser...-murmuró Tae, asombrado-. Tus ojos...

Me contemplé en el reflejo, y silbé. Sin duda, Hoseok tenía mano para el maquillaje. Había delineado mis ojos, alargando la línea en las comisuras para darle a mi mirada un aspecto más gatuno y fiero. Había pintado la punta de mi nariz y bajado en una línea hasta mi labio superior, que también había coloreado de negro.

Me sentía un poco ridícula, pero le sonreí y levanté un pulgar.

Cuando Seokjin dejó las casas atrás y tomó un sendero algo desierto y olvidado, una vocecita paranoica dentro de mi volvió a pincharme con sus teorías de lo que podría suceder a continuación. Aquellos chicos no tenían ninguna pinta de malos, ¿no? ¿Por qué no iba a confiar en ellos?

Eso es lo que siempre piensan las víctimas...

Sin embargo, cuando ya estaba agradeciéndole mentalmente a mis padres por ser tan buenos y soportarme los malos momentos, oí música en aquel apartado lugar. Nos encontrábamos en la estación abandonada de trenes, aquella que aún aguardaba en sus lindes los vehículos descompuestos y los cabinetes gigantes de carga azules.

Me aferré al borde de la camioneta, alzando la nariz sobre éste como si no quisiera ser descubierta. La música ya era lo suficientemente obvia como para hacerme dejar mis dudas atrás. Cuando vi los cuerpos vestidos de formas coloridas y provocativas, capté la idea de que aquella si era la típica fiesta de universitarios. Al parecer habían formado una especie de campamento entre (y dentro) de los cabinetes vacíos de carga.

Seokjin aparcó a un costado, junto a otros autos en los que se divisaban extraños... movimientos, y corrió a bajar la barandilla para que pudiésemos descender de la camioneta.

Cuando Jungkook alargó una mano para ayudarme a bajar, acompañado de aquella sonrisita pícara de conejito candente, supe que estaba totalmente extaviada. La acepté y di un saltito para caer sobre el empedrado.

-¡Bueno, a ver!-exclamó Jin-. ¡No quiero a nadie borracho y/o perdido en otro tipo de sustancias!

-¡Yah! Hyung no nos dejará ni siquiera beber una cerveza- se quejó Jungkook.

Why So Serious? [Kim Taehyung]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora