-No quiero irme -me confesó, sin despegar los ojos del piso-
-Pero es tu sueño... ¿Por qué no querrías ir? ¿Sabes cuántos chicos desearían estar en tu lugar?
-Pero ninguno de ellos te tiene a vos
-No quiero que te quedes por mi
-Te amo...
No respondí. Ni siquiera lo estaba mirando. Estaba observando a un pájaro que reposaba en la rama de un árbol, deseaba que esa ave se volviera gigante, subirme sobre ella y volar. Lejos, del dolor, del sufrimiento.
-¿Vos me amas? -me preguntó, tomando mi mano-
-No... No sé, somos chicos, Lionel.
-Pero yo sé lo que siento.
-Bueno, siempre fuiste más maduro.
-Te amo, Mara, en serio. No es una confusión, no es algo de la edad. Te amo. Y si me lo pedís, si me decís que sentís lo mismo, me quedo.
¿Qué me estaba pidiendo? ¿Que yo decidiera su futuro? Volteé a verlo. Me miraba impaciente, esperando una respuesta, una chispa de esperanza se encendía en sus ojos.
Lo amaba. Mucho. Pero no podía hacerle éso, no podía interferir en su futuro. Éste era su sueño.-No -lo dije como un susurro, y al instante me levanté, y corrí.
Oía que me llamaba a la distancia, pero no me detuve. Mis ojos ardían, lágrimas caían por mis mejillas. Mi pecho dolía de una manera que jamás había experimentado. Pero sabía que era lo mejor, él se iría, cumpliría su sueño y sería feliz. Se olvidaría de mi en un tiempo. Pero yo no. Siempre se quedaría aquí, conmigo.
*fin del flashback*
Me desperté sobresaltada, y confundida, hacía mucho que no soñaba con ése momento. Me acomode en el asiento y abrí la ventanilla, el sol estaba frente a nosotros, la aeromoza anunció por el micrófono que estábamos por aterrizar. Sonreí. Barcelona estaba debajo de mi. Mi sueño estaba por comenzar.
En mi viaje por Latinoamérica había ganado bastante dinero vendiendo artesanías, comidas tradicionales argentinas y tocando mi guitarra, pero aún no me alcanzaba para sobrevivir y comprar los pasajes a España. Pero por suerte, tengo unos padres maravillosos que me regalaron los boletos. Recuerdo que cuando me lo dijeron salté a los brazos de mi padre y lo tire al suelo. Ellos hubieran preferido que estudiara y tuviera una vida normal, pero realmente nunca fui normal. Y no me refiero a que soy de ésas chicas "única y raras", pero jamás me gustó la rutina. Siempre fui de alma inquieta, curiosa, con ganas de recorrer el mundo. Recorrer Latinoamérica y Europa de mochilera siempre fue mi sueño, y ya había cumplido la mitad, ahora estaba por completarlo. La primera parada es España, Barcelona para ser exactos, pasar un mes y luego tomar algún avión, tren o barco hacía cualquier otro país. No tenía un plan. Iba sola. Bueno, no sola. Con mi guitarra colgando y mi mochila llena de colgantes de todos los amigos que había hecho en Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, México y demás. Nunca me olvidaría de ellos. Y ésos colgantes significaban que estaban conmigo, no importa donde fuera.
La alerta de abrochar los cinturones me sacó de mi pensamiento. Me preparé para aterrizar. No aguantaba los nervios, ya quería ver todos los lugares que antes sólo había visto en fotografías. Ahora iba a estar ahí, admirandolos. El avión aterrizó sin problemas. Salí del aeropuerto e inmediatamente tomé un taxi hacia el Paseo de Gracia, una calle mítica de Barcelona (multimedia). El plan era encontrar algún motel apenas llegara, pero el entusiasmo me invadió, así que decidí pasear por esa calle llena de teatros y negocios, estaba segura que iba a gastar la mitad de mi dinero en un segundo. Pero siempre obtenía buen dinero cuando me ponía a tocar mi guitarra y cantar en algún parque.
Llegamos, pagué el taxi, y quedé boquiabierta con lo que veía. No podía creer que estaba parada ahí. Había miles de tiendas, la gente caminaba, tranquila. Parecía que había algo en el aire, todos eran felices, sonreían.
Mi estómago hizo un ruido. No había comido casi nada en el avión, y ahora me arrepentia. Sabía que los cafés que había sobre la avenida no serían nada baratos, así que doble en una calle pequeña pero transitada, y caminé más o menos una manzana y media hasta que encontré un pequeño, pero bonito café. Decidí sentarme afuera porque acá era verano, y la mañana estaba hermosa, el sol era cálido pero no agobiante. Un tierno anciano que me hizo acordar a mi abuelo vino a tomar mi pedido.
-Buenas tardes, señorita. Mi nombre es Pepe, y hoy seré su mesero. ¿Qué desea tomar?
-Gracias, Pepe. Hum... creo que voy a pedie un vaso de leche con cuatro galletas... No, mejor seis. -me gustaba bastante comer-
-Parece el pedido de una pequeña niña -dijo, observandome con ternura, supongo que yo también le recordaba a alguien- Enseguida le traigo su orden. Disfrute mientras tanto de mi querida Barcelona.
-Oh, lo haré -le sonreí en respuesta- Gracias
Estaba tranquila, inundada de felicidad. Decidí no apurarme, tenía un mes para recorrer todo, por ahora iba simplemente a disfrutar de la ciudad. Decidí disfrutar cada momento, y éso significaba estar presente en cada uno de ellos, mentalmente me refiero. Así que preste atención a todo. Las calles, los olores, los edificios, los negocios, las caras de la gente. Quería guardar todo éso en un lugar de mi memoria adonde iba cuando estaba triste. De repente, siento que alguien golpea con sus dedos suavemente mi hombro.
-Disculpe señorita -dijo un niño de unos 15 años- pero ¿podría tomarnos una foto?
-Eh... Sí, claro, con gusto.
Me entregó su celular, con la camara ya lista, y el chico se acercó a la mesa que estaba detrás de mi, donde había otro niño de la misma edad abrazando a un hombre joven, que no reconocí por su gorro y lentes. Supongo que será alguna celebridad, por la cara de emoción de los adolescentes. Antes de sacar la foto, el jóven dijo que esperara un segundo, baje la cámara y se sacó las gafas y el gorro. Ahí fue cuando casi me desmayo. Era Lionel. Y me miraba con la boca abierta, sorprendido. Supongo que también me reconoció.
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Gol Del Destino (Lionel Messi)
Fanfiction"Se levantó rápido y me llevo cargando hacia la ducha, mientras reía en mis labios. Yo no quería estar en otro lugar. Lionel tenía razón, había infiernos, pero también había paraísos. Y éste era el mío."