Día 10: Miércoles.
A las nueve de la mañana, Gabriela levantó la mirada de la pantalla de su ordenador cuando Manuel entró en su despacho y apoyó la espalda en la puerta para cerrarla.
Había pasado toda la noche diciéndose a si misma que odiaba a Manuel Padilla. ¿Cómo podía haber imaginado que su hijo era de otra persona? Aquella era la única posibilidad en la que Gabriela ni siquiera había pensado.
¿Y no era curioso que se hubiera encogido de hombros al saber que había visto a la rubia medio desnuda en su apartamento? ¿Esa era su idea de salirse por la tangente? ¿Actuar como si la rubia nunca hubiera existido? Pues, desgraciadamente, ella tenía muy buena memoria.
Pero lo más desafortunado era que, por mucha amargura y furia que Manuel provocara en ella, seguía dejándola sin aliento cada vez que lo veía.
Allí, de pie frente a ella, con un caro traje de chaqueta, el agresivo mentón tenso y los ojos miel semicerrados, Manuel exudaba una ligera pero perceptible sensación de incomodidad que, inesperadamente, le tocaba el corazón.
- Si tienes algo que decir, dilo -suspiro Gabriela.
- Supongo que una persona insensible y egoísta se habría lanzado sobre el niño diciendo: ¡Que bien, es el niño más guapo que he visto en mi vida!
- ¿Miraste siquiera a Alex?
- No quería ni mirarlo... -contesto él. Después de decirlo, apretó los dientes y abrió las manos en señal de disculpa-. Perdona. No quería decir eso.
- Se te ha escapado, ¿no? Como tú eres un hombre tan sensible... -murmuro Gabriela, volviéndose hacía el ordenador-. No te gustan mucho los niños, ¿verdad?
- Sin comentarios. Solo he venido para decirte que puedes tomarte la mañana libre. Tienes que comprarte un vestido para el miércoles por la noche -dijo él entonces tranquilamente, poniendo una tarjeta de crédito sobre la mesa mientras mencionaba como por casualidad el nombre de un conocido diseñador-. Tienes una cuenta de gastos, algo perfectamente legítimo...
- ¿Es una orden?
- Si -confirmó Manuel sin dudarlo-. Las apariencias lo son todo en mi mundo. Y no quiero que nadie te trate como si fueras una simple empleada.
- Solo soy una empleada, Manuel.
- ¿Durante cuánto tiempo?
Gabriela lo miró, sorprendida.
- ¿Eso es una amenaza?
- Deberías conocerme mejor -replicó él, mirándola con exasperación-. Llámalo como quieras, Gabriela. Cuando te miro, me duele y tú sientes lo mismo...
Gabriela tembló, furiosa, pero no sabía con quién estaba más enfadada; con ella misma por la vergonzosa debilidad que sentía o con él por hacer tan arrogante comentario con toda tranquilidad.
- ¿La rubia también te hacía sentir así?
- Nunca...
- Que pena -Gabriela apartó la mirada, rota por la sencilla palabra que, por fin, admitía la cruel traición de Manuel Padilla-. No se puede dar marcha atrás al reloj. Nunca podría confiar en ti, Manuel.
Él hombre se quedó silencioso durante unos segundos. Su expresión era indescifrable.
- Espero que se te dé bien arrastrarte -murmuró por fin, mientras abría la puerta.
¿Arrastrarse? Ni por todo el oro del mundo, ni siquiera por un nuevo comienzo con el hombre del que seguía estando enamorada.
Pero era el momento de decirle la verdad sobre Alex, pensó Gabriela, angustiada.
Al final, Alex preguntaría quién era su padre y esperaría respuestas.
¿Cómo podía permitir que Manuel siguiera creyendo que Alex era hijo de otra persona? ¿Cómo había podido imaginar alguna vez que podría mantener aquello en secreto para siempre cuando no era solo su secreto...?
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Guapo, Rico & Griego.
Fanfiction-Hubiera dicho que era el destino... y me habría casado contigo. -Debe de ser muy fácil ser perfecto y saberlo siempre todo... cuando las cosas ya han ocurrido. Protagonistas: Gabriela Ramirez y Manuel Padilla. Historia: Snooby. (Histor...