Capítulo 18.

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Día 12: Viernes por la mañana. 

- No quiero que te cases conmigo por obligación... ¿entiendes? -mientras Gabriela hablaba con Manuel por teléfono, tenía que ahogar los sollozos-. ¡Y a esta hora del día no tengo ganas de hablar sobre el estigma con el que voy a cargar a tu hijo por ser una madre soltera! 

- ¿Por qué te pones así? -preguntó Manuel, que estaba siendo muy razonable. 

Gabriela colgó el auricular, enfadada. 

Después de dejar a Alex con su vecina, que solía cuidar del niño en las raras ocasiones que salía sin él, Gabriela se dirigió a Sistemas Devlin. 

Tenía que limpiar su despacho. Esperaba que entrando en la oficina a la hora del almuerzo llamaría menos la atención. 

Manuel se había mostrado incrédulo cuando se negó a casarse con él. Insistía en las necesidades de Alex pero, tristemente, Gabriela no había escuchado ni una sola palabra que quisiera oír. 

La incapacidad de Manuel de perdonarla por el pasado y la negativa de ver la situación bajo su punto de vista inevitablemente arruinaría aquel matrimonio. No era suficiente que lo amase. Necesitaba mucho más. 

Gabriela acababa de limpiar su escritorio cuando Manuel apareció en su despacho y se quedó inmóvil en la puerta. Nerviosa como siempre que estaba a su lado, tuvo que hacer un esfuerzo para recuperar la tranquilidad. 

Manuel Padilla, alto, moreno, terriblemente sexy y testarudo como el acero esperaba una respuesta. 

- Nunca has oído mi versión de la historia -dijo Gabriela. 

- ¿Qué quieres decir? 

- Lo que fue para mi tener un romance, mi único romance, con alguien como tú -dijo ella entonces, mirando los ojos miel del hombre-. Tú eres romántico y tierno, pero nunca me sentí segura contigo... eras demasiado frío para eso, demasiado listo, incluso demasiado honesto como para hacerme creer que entre nosotros podía haber un compromiso que no estabas dispuesto a llevar a cabo... 

Manuel frunció el ceño, tomado por sorpresa. 

- Gabriela...

- Cuando vi a Jazmín en tu apartamento, yo ya estaba convencida de que te habías aburrido de mi. No me dabas ninguna razón para creer que teníamos un futuro más allá de tu próxima llamada telefónica -siguió ella, temblorosa-. Y, sin embargo, sigues creyendo que debería haber ido corriendo a anunciarte que estaba embarazada... 

- ¿No crees que podría haber una gran diferencia entre lo que sentía y lo que demostraba sentir? -pregunto entonces Manuel, con las manos en los bolsillos del pantalón, sin poder disimular su nerviosismo. 

- No. Ni siquiera cuando me enviaste una tarjeta el día de los enamorados te molestaste en escribir esa palabra de cuatro letras que yo esperaba ver: amor. Eres un hombre frío y...

Mientras hablaba, la tristeza se adueñaba de su corazón. 

- Pero yo quiero casarme contigo, Gabriela... 

- No tienes que casarte conmigo por Alex -la interrumpió ella. La emoción amenazaba con embargarla y tuvo que salir al pasillo. 

- Gabriela... -la llamó Manuel. Ella siguió caminando, con los ojos llenos de lágrimas-. Te quiero... 

Gabriela parpadeó, sorprendida. 

- Siempre te he querido -proclamo Manuel con voz ronca. 

Varias caras fascinadas aparecieron en el pasillo. 

Gabriela se dio la vuelta, confusa. Al encontrarse con la mirada del hombre, una mirada llena de vulnerabilidad, al leer la tensión en sus bronceadas facciones, vio que lo decía de corazón y una ola de felicidad la embargó. 

- Yo también te quiero... 

- ¿Este público es suficiente para ti? -sonrió ella cuando los empleados empezaron a aplaudir, aunque temían ser demasiado entusiastas.  

Manuel dio un paso hacía ella y la tomó en sus brazos. 

- Él hombre frío se ha ido de vacaciones, Gabriela... 



Guapo, Rico & Griego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora