Capítulo 5.

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Día 4: Jueves por la tarde. 

Una hora más tarde, las tumultuosas emociones de Gabriela se calmaron lo suficiente como para sentirse horrorizada por su comportamiento. 

Había pasado diez minutos llorando en el almacén, veinte minutos intentando recuperar la compostura y los consiguientes treinta minutos abrazando a Alex en la guardería. 

Alex, cuyo confort y seguridad dependían de su éxito en el mundo laboral. Alex, cuya madre acababa de perder tontamente la cabeza y se había puesto a gritar como una fiera a un hombre monstruoso e insensible. Alex, cuya madre tendría que verse obligada a pedir perdón. Por él. 

De nuevo en el último piso del edificio, Gabriela llamó a la puerta del despacho de Manuel con mano temblorosa. 

Furiosa consigo misma, respiró profundamente para darse valor antes de entrar.

Apoyado en el respaldo de su sillón, Manuel la miró de arriba abajo, su expresión era indescifrable. 

- Te debo una disculpa. No sé qué me ha pasado -dijo Gabriela, intentando leer los pensamientos del hombre.

- Pues yo sí me imagino que te ha pasado. 

- Naturalmente, estoy dispuesta a llevar a cabo las actividades que conlleve mi puesto -siguió diciendo ella apresuradamente para evitar que Manuel diera su opinión sobre que era lo que había despertado su ira. 

- ¿Eso incluye ir de compras para la mujer que hay en este momento en mi vida? -preguntó él con voz de terciopelo. 

Gabriela sintió un estremecimiento y tuvo que apretar los puños para calmarse. No discutió, pero tampoco consiguió decir que estaba de acuerdo. 

- Y pensar que mientras estábamos juntos, nunca me di cuenta de que tenías ese temperamento -añadió Manuel, mirándola con los ojos entrecerrados- Te has puesto histérica, Gabriela.

- Y ofensiva, lo sé. Lo siento -dijo ella- No volverá a pasar.

- Jazmín es la mujer de mi hermano. Y la fiesta es para celebrar su cumpleaños -explicó Manuel entonces.

Lauren se puso colorada hasta la raíz del cabello, pero se sentía tan aliviada al oír aquello, que el alivio fue más fuerte que la vergüenza.

Involuntariamente, sus ojos se encontraron. La apasionada boca del hombre se curvó en una lenta y displicente sonrisa y Gabriela perdió toda la fuerza de voluntad, permitiendo que unos recuerdos muy turbadores salieran a la superficie. 

Recuerdos de Manuel besándola con ansia, excitándola, haciéndola perder el control. El calor consumía por completo. 

Ella temblaba, con el corazón acelerado, el pulso aumentando de ritmo, mientras su traidor cuerpo respondía como siempre había respondido ante la potente sexualidad de aquel hombre...

Y entonces recordó a la furiosa y semidesnuda rubia que había encontrado en su apartamento catorce meses atrás. Había sido culpa suya, por ir a casa de Manuel sin avisar, usando por fin la llave que él le había dado, deseando darle una agradable sorpresa y... fracasando miserablemente en el intento. 

Afortunadamente, Manuel ya se había marchado, pero la rubia explosiva no había tenido tiempo de vestirse. 

Aquel humillante recuerdo sirvió para enfriar el calor sensual que Manuel despertaba en ella.

- ¿Gabriela? -escucho la fría voz del hombre.

Gabriela tuvo que hacer un esfuerzo para apartar la mirada. 

- ¿Sigo trabajando para ti?

- La cinta está en tu despacho, junto con la agenda. Hay una pila de correspondencia de la que también tendrás que encargarte. Estaré fuera de la oficina hasta el lunes...

Guapo, Rico & Griego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora