Día 11: Jueves por la mañana.
Era poco después de medianoche. Gabriela despidió a la niñera. Le quemaban los ojos y le dolía la cabeza, pero las lágrimas se negaban a salir. Cuando los invitados de Manuel empezaron a marcharse, ella había salido de la casa sin que la vieran para tomar un taxi.
- Siento mucho haberte juzgado mal -le había dicho a Manuel, sin mirarlo.
- ¿Eso es todo lo que tienes que decir? -le había preguntado él.
Gabriela estaba demasiado alterada como para dar más explicaciones.
Catorce meses antes, había sido fácil pensar que él la había traicionado. Incluso había esperado que ocurriese. Estar locamente enamorada de un hombre que nunca mencionaba la palabra amor y que solo hacía planes para veinticuatro horas más tarde había sido demasiado para ella después de perder a su madre.
Que Manuel hubiera preferido a una preciosa rubia en lugar de una mujer llorosa y entristecida le parecía lógico en ella. Había creído que era un canalla, un desleal, un hombre sin convicciones morales. Pero no lo era. Y era ella la que estaba equivocada, muy equivocada.
El timbre sonó en ese momento. Y Gabriela sabía que era Manuel. Fue entonces cuando sus ojos se llenaron de lágrimas. Lo quería tanto... ¿Cómo podía haberse torcido todo de aquella forma? Con la camisa blanca medio desabrochada, mostrando un torso bronceado y el cabello negro despeinado, Manuel parecía un pirata.
Un pirata tremendamente sexy.
- No sé qué decir... -murmuro Gabriela.
Manuel dejó el paquete que llevaba sobre la mesita del pasillo y la tomó en sus brazos, observando sus ojos llorosos con expresión de censura. Y entonces, sin previo aviso, empezó a besarla con explosiva pasión, aplastando sus labios bajo los de ella una y otra vez, hasta que Gabriela se coló de su cuello, estremecida, con los sentidos alerta, el corazón latiendo a toda velocidad, la mente vacía...
Levantando la orgullosa cabeza oscura, Manuel sonrió como un loco antes de tomarla en brazos.
Pero no la llevó al dormitorio. La dejó sobre el sofá y volvió a aparecer unos segundos después con el paquete que había dejado en el pasillo.
- ¿Qué... es esto?
- Es para Alex.
- ¿Para Alex? -repitió ella, sorprendida.
- Lo he visto hoy en la guardería -dijo él, sin mirarla directamente a los ojos-. Me sonrió... Parecía tan frágil. No voy a decir que es el niño más guapo que he visto en mi vida, pero probablemente es el primer niño al que he mirado de verdad.
Temblando, Gabriela sacó un conejito de terciopelo del paquete y se le hizo un nudo en la garganta.
- Gracias -consiguió decir.
- Yo tenía uno parecido cuando era pequeño... -murmuró Manuel.
La vergüenza y la culpa invadieron a Gabriela, haciéndola sentir como un gusano.
- Manuel... Alex... Alex tiene seis meses.
Él siguió mirándola sin decir nada.
- Alex es tu hijo -murmuró entonces Gabriela- No ha habido otra persona. Me quedé embarazada en París.
Con el corazón en un puño, observó como él se tomaba aquella información. En sus ojos vio incredulidad, sorpresa, aceptación, seguidas todas aquellas emociones por una dura condena.
- Lo que acabas de decirme -empezó a decir Manuel con voz ronca- es imperdonable.
Angustiada, Gabriela vio a Manuel salir del salón y cerrar de un furioso portazo.
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Guapo, Rico & Griego.
Fanfiction-Hubiera dicho que era el destino... y me habría casado contigo. -Debe de ser muy fácil ser perfecto y saberlo siempre todo... cuando las cosas ya han ocurrido. Protagonistas: Gabriela Ramirez y Manuel Padilla. Historia: Snooby. (Histor...