Capítulo 7.

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Día 8: Lunes por la mañana.

Gabriela había pasado el fin de semana atormentada por la idea de lo que Manuel podía estar haciendo con Alisha James.

Avergonzada por las emociones que le habían impedido dormir y completamente exhausta, cuando llegó a la oficina estaba muy enfadada consigo misma. A muchas mujeres les rompían el corazón y seguían adelante con sus vidas.

Manuel le estaba dando una excelente oportunidad profesional. Y eso era lo único que debería interesarla.   

Cuando entró en su despacho, se quedó perpleja al ver a Manuel esperándola. Con el rostro impertérrito, el presidente de Sistemas Devlin clavó sus ojos oscuros en ella.

- ¿Ocurre algo? -pregunto Gabriela. 

- Thee mou... puedes dar gracias a que durante estos dos días he conseguido calmarme -contesto Manuel, con la mandíbula apretada, mirándola de arriba abajo- ¿Cómo te atreves a dejarme tal mensaje? ¡Esa estupidez de Alisha coronada por tu insultante comentario! 

Aunque estaba claro que a Manuel no le había hecho ninguna gracia el provocativo mensaje que ella se había limitado a repetir, Gabriela no podía comprender cómo desearle un buen fin de semana podía haber adquirido la categoría de insulto. 

- No te entiendo. 

- ¿No me entiendes? -repitió él, furioso- ¿De verdad creer que no puedo reconocer los celos cuando los veo? 

Gabriela se puso colorada hasta la raíz del cabello. Era demasiado sincera como para mentir y se sentía tan mortificada que no podía soportar el escrutinio del hombre. Manuel debía pensar que, o ella era una neurótica posesiva o seguía locamente enamorada de él.

Quizá, si Manuel no le hubiera hecho tanto daño, o si ella no hubiera tenido a su hijo, podría portarse de forma fría y olvidar el pasado. Pero con el recuerdo de Alex siempre presente, su aventura con ella seguía siendo un acontecimiento crucial en su vida, aunque no lo fuera para Manuel.

Sin aviso, él abandonó la actitud amenazadora y tomó su mano, desconcertándola con aquel cambio de humor.

- Gabriela... no quería decir eso. Lo siento. 

Ella miró la mano grande y morena que apretaba la suya, atraída por el calor y ternura del gesto, pero sin dejar de lado los recuerdos que la atormentaban. 

- No pasa nada.

- ¿Por qué no comemos juntos y aclaramos las cosas entre nosotros? -sugirió Manuel entonces. 

¿Comer? Consciente de la proximidad del poderoso cuerpo del hombre, Gabriela sintió un estremecimiento, una sensación entre el rencor y el anhelo. Si todo fuera tan sencillo... pensó, dolida. 

Si pudieran portarse como personas normales y civilizadas. Evidentemente, él era capaz de hacerlo, pero lamentablemente ella no. 

- No hay razón para que seamos enemigos -continuó Manuel. 

¿De verdad? Por un loco instante, Gabriela hubiera querido gritarle a la cara que él se había acostado con otra mujer mientras ella seguía creyendo que la quería. 

Y aun no lo había perdonado. 

- Lo siento... -Gabriela soltó su mano y dio un paso atrás, exhausta y confusa- Yo me sentiré más cómoda si la nuestra es simplemente una relación profesional.

Los ojos del hombre se clavaron en los ojos color chocolate.

El silencio se hizo espeso. Manuel inclinó la oscura cabeza en un gesto de cortesía y salió del despacho...  

Guapo, Rico & Griego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora