Guapo, Rico & Griego.

Capítulo 6.

Día 5: Viernes. 

Gabriela fue a trabajar, recordándose a si misma que Manuel seguiría en Sistemas Devlin solo durante tres semanas mas.

Ya casi había pasado una semana y él seguía sin tener ni idea de que tenía un hijo.

¿Por qué iba a enterarse? ¿Quién iba a contárselo?

El día anterior, Gabriela había escuchado la cinta una y otra vez solo para escuchar la rica voz de Manuel, con su fuerte acento griego.

Se enteró así de que acababa de comprar una casa en Londres donde ella tendría que organizar la fiesta. La empresa de catering estaba contratada, pero Gabriela tenía que encargarse de todos los detalles.

Lo que no entendía era por qué el eficiente secretario de Manuel, Gerardo, no se estaba encargando de esos asuntos domésticos. La confusión y sorpresa de Gabriela inevitablemente la llevaban de vuelta dieciocho meses atrás.

Se había enamorado de Manuel Padilla como una cría y no le había importado que él se convirtiera en su primer amante. Sabía que Manuel tenía reputación de mujeriego. 

Atractivo, millonario y un hombre de éxito a los veintinueve años, Manuel Padilla tenía el mundo a sus pies.

Pero lo que a Gabriela le dolía era verse obligada a reconocer que no podía culpar solo a Manuel de que se hubiera cansado de ella...

Un par de semanas después de que empezara su mágico romance, la madre de Gabriela había muerto repentinamente y Manuel la había consolado de todas las formas posibles.

Sin embargo, él había cambiado de actitud completamente. ¿Qué hombre hubiera querido seguir soportando sus problemas después de un par de semanas?

Naturalmente, Manuel se había hartado de ella, pero su dependencia había hecho difícil que fuera él quien la abandonara. De modo que Manuel había dejado que la relación se echara a perder, sin duda esperando que ella entendería el mensaje.

Desgraciadamente, recordó Gabriela volviendo de nuevo al presente con los ojos llenos de lágrimas, mientras le daba de comer a Alex en la guardería, el primer y único mensaje que recibió había sido la rubia semidesnuda.

Cortar con Manuel por teléfono aquel mismo día había sido un penoso intento de salvar su orgullo.

Ni siquiera había mencionado su humillante encuentro con la rubia que la había reemplazado.

Unas horas más tarde, una elegante y pizpireta morena entró en el despacho de Gabriela.

- Soy Alisha James. Llama a Manuel de mi parte y dile que, al final, estoy libre este fin de semana -sonrió la joven- ¡Y dile que tengo unas ideas maravillosas para su dormitorio!

Gabriela se puso colorada, pero intentó mantener la sonrisa.

- Me temo que solo tengo acceso a su buzón de voz. No sé dónde está el señor Padilla, pero intentaré averiguarlo. 

Alisha rió alegremente. 

- No hace falta. Cuando Manuel reciba el mensaje, y no te atrevas a cambiar ni una sola palabra, sabrá donde puede encontrarme.

Cuando la morena desapareció, Gabriela marcó el teléfono de Manuel, odiándolo y odiando la posición en la que la había puesto.

Grabó el mensaje de Alisha, o más bien su provocativa invitación, y entonces unos celos tormentosos y humillantes la envolvieron mientras decía con alegría fingida:

- ¡Que pases un buen fin de semana!