Capítulo 1.

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Día 1: Lunes.

Gabriela Ramirez, la esbelta y castaña recepcionista, estaba pálida como una muerta, sus ojos clavados en las puertas de entrada a punto de abrirse. Unos segundos más tarde iba a verlo por primera vez en catorce largos e interminables meses...

Su compañera, Geovanna, una rubia charlatana, le susurro: 

- Seguro que no es tan lindo como en las fotos.

Gabriela respiró profundamente, clavándose las uñas en las palmas de las manos. Desde que Manuel Padilla había añadido la empresa Sistemas Devlin a su imperio internacional, nadie parecía interesado en hablar de otra cosa.

No quería que Manuel la viera, pero eso iba a ser imposible porque tenía la desgracia de trabajar en el mostrador de recepción. Y por eso estaba tan nerviosa.

- De hecho, seguro que de barbilla para abajo Manuel Padilla es gordo y bajito y tan sexy como un paquete de detergente.-siguió Geovanna, burlona.

En inmediata contradicción de ese augurio, ese hombre que debía medir casi un metro ochenta entró en el edificio. Con cuerpo tonificado y unas poderosas piernas, poseía el físico de un atleta. 

Desde la cabeza hasta las suelas de sus zapatos italianos era, para cualquier persona con ojos en la cara, un hombre espectacular. 

- Debo de estar soñando...-murmuro Geovanna mientras los ejecutivos rodeaban a Manuel Padilla, desesperados por causarle buena impresión- ¡lindo de morirse y encima, forrado!

- Si -murmuro Gabriela, nerviosa, incapaz de apartar los ojos de aquellos rasgos hermosos y bronceados que tan bien conocía.

Se sentía mareada y el deseo que había vuelto a despertarse en ella al ver al hombre la hacía avergonzarse de si misma. Porque el agridulce recuerdo de la última noche que había pasado en los brazos de Manuel Padilla se había convertido en un secreto del que se sentía culpable.

Mientras el se dedicaba a saludar a los miembros del consejo de administración, Gabriela aprovechó para salir discretamente del mostrador y dirigirse al almacén, pensando quedarse allí hasta que no hubiera moros en la costa.

- ¿Ramirez...?

Gabriela se quedó inmóvil. La rica y profunda voz que había pronunciado su nombre por sorpresa casi había conseguido que se le parase el corazón.

Lentamente, se dio la vuelta. Los hombres que rodeaban a Manuel se habían apartado como el Mar Rojo.

Con el corazón latiendo tan aprisa que temía desmayarse, Gabriela se encontró con un par de ojos de color miel, rodeados de largas pestañas negras. 

Manuel, que había dado un paso adelante, movió una mano en un gesto autoritario para indicar que se acercara. Su rostro de rasgos fuertes parecía tan duro como el granito.

- ¿Trabajas aquí? -pregunto. 

Dolorosamente consciente de que eran el centro de atención de los sorprendidos ejecutivos y rodeados de un completo silencio, ella asintió. 

- Si -consiguió decir, casi sin voz. 

- ¿En qué puesto? -demando el, el fabuloso rostro tenso, los ojos deslizándose sobre ella como estalactitas de hielo.

- Estoy en recepción -contesto Gabriela en un suspiro.

Manuel apretó la mandíbula. Y, con un frío gesto de despedida, se alejó de ella... otra vez.

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¡Hola, amigos! Personalmente me encanta esta historia, corta, un poco de drama pero precisa, y por eso quise adaptarla. 

Estaré subiendo los capítulos cada dos días, probablemente. ¡Espero les guste. Saludos!

Guapo, Rico & Griego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora