Capítulo 11.

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Día 9: Martes por la tarde. 

Cuando Gabriela llegó a la oficina, el teléfono estaba sonando. 

Era Manuel.

- Quiero verte en mi despacho ahora mismo. 

Tensa de angustia, respiró profundamente. 

Había llegado el momento de la verdad, pensó. Y si la furia de Manuel unos minutos antes era una señal, podía temer lo que le esperaba. 

¿Podría haber peor manera de descubrir que era padre? 

Él estaba frente a la ventana de su despacho con un vaso de whisky en la mano y, al oírla entrar, se volvió, muy serio. 

- ¿Por qué no me habías dicho que tenías un hijo? 

- Manuel...

- ¿No crees que yo tenía derecho a saberlo?

- Era más una cuestión de...

- Dejaste que te besara, dejaste que pensara... 

Manuel apretó los labios con fuerza y después se tomó de un trago lo que quedaba de whisky. 

- Muy bien, estás sorprendido... 

- ¿Qué esperabas? Voy detrás de ti como una cría y tú me has dejado hacerlo, sabiendo lo que me estabas ocultando -exclamó él, indignado-. ¿Cómo podía yo saber que habías tenido un hijo desde la última vez que nos vimos? Ha pasado poco más de un año desde que estábamos juntos...

Gabriela se puso rígida, pero las piernas le temblaban. 

- Ha sido una tontería, pero pensé que podría mantener a Alex en secreto. 

Manuel dejó escapar un suspiro de irritación.

- ¿Y tú tienes cara de acusarme a mi de infidelidad? Durante todo este tiempo, ¿sabes lo que creí? Creí que me habías dejado porque no podías permitirte ser feliz, ni siquiera conmigo, mientras estabas de luto por tu...

- ¿Qué quieres decir? -la interrumpió ella.

Estaban dándole vueltas al asunto en lugar de centrarse en lo más importante que era, por supuesto, Alex. 

- ¡Y simplemente me dejaste porque habías conocido a otra persona! La historia más antigua del mundo, pero yo no me di cuenta. 

- ¿Que conocí a otra persona? -repitió Gabriela, confusa.

- El padre de tu hijo. ¿Dónde está ahora? Ya que vives en el apartamento de tu hermana, supongo que la persona ha desaparecido. 

Cuando Gabriela entendió por fin que Manuel creía que ella la había engañado con otra persona, la rabia y el desaliento la envolvieron por completo. 

- ¿Tú crees que...?

- ¡Olvídalo! No quiero conocer los sórdidos detalles -la interrumpió él, sirviéndose otro vaso de whisky-. De hecho, ni siquiera sé por qué he dicho que quería hablar contigo. En realidad, ¿qué queda por decir?

- ¡Tú ya has dicho más que suficiente! -exclamó Gabriela, dolida y furiosa. 

Manuel la miró, irónica.

- Te daba miedo decirme que tenías un hijo. Admítelo... 

- ¡Me niego a seguir con esta conversación! 

- Muy bien. Tienes permiso para marcharte. 

Gabriela dio un paso hacía la puerta. 

Estaba temblando como una hoja. 

- Thee mou... Ahora estás intentando que me sienta culpable. Pero tu silencio es imperdonable, Gabriela. ¡Me has engañado! 

- ¡Como tú me engañaste a mí una vez! -replicó ella-. ¿Por qué va a importarme como te sientes? 

Después de eso, Gabriela salió del despacho cerrando de un portazo. 

Guapo, Rico & Griego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora