Pequeño Roce

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~Narra Niall~

-¿Te sientes bien?- no me podía quedar con la duda de que le pasaba

-Si…. Solo estoy… cansada- fingió una sonrisa falsa, pero ya yo sabía que algo andaba mal (obviamente algo ocurría mal)- quiero sentarme, llevo mucho tiempo de pies. Nos hicieron esperar un largo rato- ella mostró su perfecta sonrisa al recordar algo- Sabes, cuando entramos la recepcionista estaba ligándose a un guardia de seguridad y los pillamos, fue algo incomodo pero fue gracioso ver sus caras asustadas y avergonzadas- ella comenzó a reír y no tardé mucho en unirme a su risa.

-Bueno, creo que aprendieron su lección- ella solo movió su cabeza en señal de afirmación, luego su semblante se transformó a uno oscuro y preocupado- ¿Qué ha pasado hoy en la comisaría?

Su cabeza junto a su rostro comenzaron a esconderse entre su cuerpo. Comenzaba a respirar lentamente, y parecía tener sus ojos cerrados. Parecía también que por su mente pasaran millones de imágenes y recuerdos. Veía como algo la lastimaba. No era fácil el proceso en el que se encontraba y que pronto le encontraba un camino por recorrer aun más fuerte. Quería saber que le pasaba. Mi pecho se comenzaba a contraerse y a arrugarse. Una punzada directa en mi corazón hizo que en un momento dejara de respirar. Finalmente reaccioné, la circulación llegaba a mi cerebro y pulsaciones llegaban a mis brazos, recorriéndolos hasta llegar a la punta de mis dedos.

La abracé, tenía que hacerlo. La necesidad que tenia de sentirla cerca se comenzaba a hacer una necesidad de vida o muerte.

-Mañana…tenemos que presentarnos en la corte. Unos guardias irán a casa de mi madre por ella. Tenemos que salir de aquí antes de las 9:00am y unos escoltas nos estarán esperando en la calle para evitar otro incidente.- me quedé estupefacto ante las palabras de Vanessa. Mañana nos esperaría un día largo- tendrás que venir conmigo, no te preocupes, los guardias tendrán la mayor seguridad y no se dirá a la prensa que… eres parte de eso- esa última parte la dijo en casi un susurro. No me molestaba que fuera a testificar y mucho menos si era a favor de ella.- Lamento todo. No era mi intención que te haya metido en este lio. De verdad lo siento- decía aun cabizbaja

-No te preocupes- la tomé de su barbilla haciendo que sus ojos miel se encontraran con los míos- todo va salir bien, estoy seguro de eso

-Gracias- una pequeña lagrima brotó de sus ojos, no sin antes detenerlas con mi pulgar y despejarla de su rostro. Vi como continuaban cristalizándose sus ojos, ahogándolos de lágrimas

-Solo necesito que me hagas un gran y enorme favor, necesito que dejes de llorar, por más que te duela. Aunque no lo creas…- el silencio se apoderó de mi- a mi también me está afectando. Te veo y me duele cada vez que borras tu sonrisa de tu rostro, que tus ojos se entestecen y de llenan de lagrimas. Cuando no sabes como reaccionar, cuando piensas que no hay una solución- con mis manos aun en si rostro la obligue a que me viera a los ojos- siempre estaré ahí.

Sus ojos comenzaron a brillar, hacían ver a simple vista que en ella quedaba esperanzas, y por supuesto que la había. Yo no la iba a dejar sola jamás. Aquella fiesta fue lo mejor que me pudo haber pasado en la vida. Tras unos segundos en la misma posición unos hoyuelos se formaron en sus mejillas, mostrando una pequeña pero perfecta sonrisa. Seguida de su sonrisa un bostezo de hizo presente y ella comenzó a tornarse roja por lo sucedido.

-Creo que deberías dormir- dije regalándole una tierna sonrisa; ella solo se sonrojó aun mas- me gusta cuando haces eso…

Claro, sabía mis intenciones (obviamente) y mi intención era hacerla sonrojar más. Pero es que no podía negarlo, era su sonrisa y su perfecta forma en sonrojarse que me hacia estremecer por dentro. No podía negarlo, creo que me estoy enamorando. Irónico ¿No?

Futuro InciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora