Al primer lamento de su tripa Jaime Seoane supo que era hora de ir a comer y volvió sobre sus pasos. A lo lejos, cerca de su casa, vio a Argemiro Regueiro con otros dos individuos. Le pareció que eran sus primos de Monforte pero prefirió eludirlos para ahorrar saludos. No le interesaba demasiado, a decir verdad. Nada le interesaba pero las apariencias eran las apariencias y había que cumplir con ellas. Fue por ello por lo que, una vez más, como tantas a lo largo de los lustros, lo engulló la puerta hacia el interior de la vivienda.
—¡Al fin, home! —gritó Argentina—. ¡Trae o viño! ¡Rápido, move o cu!
—¡Pero bueno! —≪¡Debí quedarme en el Souto con mi bota!≫
—¡Rápido, rápido!
—¡Pero bueno! —≪¡Maldita urraca vieja!≫
—¡Ayyy, qué lento!
—¡Tranquila, mujer, tranquila! ¿Qué se te pierde? Estoy cansado. Tú, tranquila.
—Pois no hay viño —expresó ella, cruzándose de brazos.
—¡Cala a boca, muller! —se ofendió Jaime—. Cando nesta casa falte o viño ha de faltar a auga no río Miño [1].
—Agua en el Miño no falta pero sí el vino en esta casa —lo contradijo Argentina—. Haber lo hay, abaixo, en la bodega. Baja abajo y tráelo.
—¡Pero bueno!
—No sabía si hoy lo ibas a tomar con la comida, meiga no soy —se excusó la mujer.
—¡Pero bueno! ¡Cincuenta años de matrimonio y aún no sabe si voy a tomar un vaso de vino! ¡Pero bueno!
—Tráelo de una vez y deja de resoplar que pareces la yegua. Y cuidado con el lobishome [2] que anda por ahí...Voy a llamar al Miguel para que corte el jamón.
Jaime se alejó refunfuñando. Sin conocer el motivo le vino a la mente la leyenda de la serpiente. Esa serpiente que era en realidad una doncella encantada, muy hermosa, a la espera de un rapaz audaz que la rescatara con tres besos:
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El Camino de Santiago.
Historical FictionEl dieciséis de julio de mil novecientos treinta y seis, día en el que el cielo estalló, la gente se estremeció de pánico y la Meiga Maruxa hizo su fatal predicción, amaneció como uno más entre tantos de verano: azul nítido sin el más leve desaliño...