Lorenzo en la tercera noche pensó que había esperado suficiente.
La mañana la pasaron el río escogiendo algunas piedras admirando la naturaleza en un suspiro que los hacia reír en un árbol frondoso la tomo por sorpresa y la tiro suavemente sobre la hierba, el quedo encima de ella y dijo:
-Mariel haz acabado con mi reputación de hombre decente y tendrás que casarte conmigo- riendo sonoramente ante la voz chistoreta de Lorenzo.
-Me casaré soy una mujer con honor -habiéndose mofado de la suerte y bastante relajados, noto Lorenzo que su esposa por primera vez no estaba incómoda con su cuerpo sobre ella y mirándola fijamente se acercó cerro los ojos y la besó, terminando el encanto cuando la pasión de Lorenzo se intensificó, Mariel se apartó ofuscada después de sentir su lengua entrando en su boca acariciando la suya, era un experto pero era tan intenso, sentía que la desnudaba, él no había hecho el más mínimo intento; Lorenzo aunque en realidad si que lo deseaba, sabía que no era el momento ni el lugar.****
Espero Lorenzo repasando las imágenes del libro que Mariel como tregua le entrego. La fragancia de Mariel embriago el ambiente estaba apenas a un paso adelante de la puerta sin querer continuar, no había mucha diferencia y Lorenzo se tensó tanto como ella, llevaba un camisón largo bastante transparente para su gusto de tonalidad azul, no era lo que pensaba él, se acercó a ella dejando el libro olvidado.
- ¿por qué no te acercas al fuego?.
- Siento que estoy desnuda. Susurró.
Alcanzó a notar la silueta de Mariel bajo la ropa, sus ojos se oscurecieron. No sabía si temblaba de frío o de miedo, le puso su bata encima y la llevó al fuego. La sorprendió mirando su cuerpo y ella bajó la mirada.
- yo deseo mirarte -Lorenzo se hinco para retirarle la fina bata que estaba debajo de la de él, ella no lo dejo, se levantó y dijo:
-Tengo frío.
-Yo te daré calor.
La pegó a su cuerpo y acarició su espalda y la hizo estremecer. Mariel realmente nunca pensó enamorarse, casarse, desprenderse de su padre, jamás deseo los besos de un hombre, la primera vez que él intentó besarla, captó un poco de lo que sería su vida y desde ese instante sintió temor, no curiosidad, él simplemente era el amor que no esperaba.
- No quiero imponer mi voluntad a tus deseos Lorenzo. Lo abrazó no con la pasión de amante y Lorenzo supo reconocer lo que había hecho hundirse en su pecho suplicando protección. Él retiró la escasa tela que llevaba sobre sus hombros bajando hasta sus codos soltó el amarre que llevaba en su espalda, la prenda no cayó al piso porque se encontraba sujeta entre sus cuerpos, Mariel sintió un miedo de muerte. Lorenzo acariciaba su cabello con una mano y con la otra su espalda. Ni él mismo supo cómo se atrevió a tanto sabiendo que ella estaba tan asustada.
-Enzo, no sigas, no sigas -sollozos incontenibles ahogaban a Mariel, él deslizó su mano al borde de su cintura totalmente embelesado por el contacto con la suave piel.
—Te llevaré a la cama. Mariel levantó la cara para mirar en los ojos de Lorenzo si había amor, preguntándose si eso le bastaría para perdonarlo por la mañana.
- Enzo... dijo suplicante. -Lorenzo mirando los ojos aterrados de Mariel tomo su bata azul mar, para cubrir la desnudez de Mariel.
- Perdoname Miel, no quiero hacerte daño. Yo no se... creo que debo dormir en otra habitación...
- No te vayas.
Ante estas palabras Lorenzo miró a Mariel un instante. La beso, la llevó a la cama. Ella temblando queriendo detenerlo simplemente no tuvo valor.
Sintiendo los labios de Lorenzo bajar por su cuello sentía morir cada sensación que producía en ella la aterraba aunque sentía un calor recorrer su cuerpo, Lorenzo estaba ansioso y pasaba en un segundo de ser delicado a desesperado con instinto depredador queriendo retirar las manos de Mariel que resguardaban con fuerza sus pechos, lloraba sin consuelo con los ojos cerrados. No podía hacerle esto, aunque ella no dijera una palabra todo su cuerpo se estaba negando.
Dejo un beso en su frente.
- voy por un té para tus nervios y los míos. Ella lo miró y tímidamente sonrió con un dejo de tristeza, sabía que lo estaba lastimando "mi muchacho es un hombre bueno" recordó, molesta se reprochaba ser tan cobarde. Sus sentimientos por él quizás no eran tan fuertes pero le agradaba, le gustaba, sí, le gustaba, pero aún no podía responder a sus besos.
Regresó Lorenzo con un bandeja, la tetera y 2 tazas, mi nana estaba dormida así que no quise molestarla. Mariel traía encima la camisa de dormir de Lorenzo y encima la bata, lo cual hizo que Enzo se echara a reír. Se tomaron el té, se acomodó en la cama.
- buenas noches, Enzo.
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La Trampa Del Destino
Historical FictionMariel es una linda chica gentil, alegre y a la vez tímida. Su hermana tiene el mismo aire de compromiso de cuidarse mutuamente a pesar ser sólo medias hermanas hijas de un criollo muy importante en la época.Don Pedro viudo y con el compromiso de da...