capítulo 4 La tía catalina

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Meses después la tía catalina llegó de España con la encomienda de ayudar a encontrar un buen partido para sus sobrinas, llegaría con su esposo y Los hermanos Antonio y Maria De Sevilla Españoles sencillos pero muy delicados como para mezclarse con la cultura del lugar, por tontos prejuicios o situaciones confusas en que se encontraba el país. Fueron recibidos con alegría y la partida de su tía les causó pesar. Regresaría en 6 meses con un buen candidato a escondidas de su sobrina y del mismísimo candidato con esa intención partió prometiendo regresar a casa de su hermano a quedarse por lo menos un mes.
El día antes de su partida salió con sus sobrinas a un día de campo supo que ninguna de las 2 deseaba casarse pero que ambas deseaban la felicidad para la otra y buen hombre que pudiera robarle el corazón de la otra.
-Mariel jamás me casaré pero deseo que tú te cases y seas feliz- replicó Amelia ante un comentario de Mariel en el que decía jamás dejaría a su padre sólo, si que deseaba ver a Amelia casada y feliz- tía tu entiendes que yo tengo menos probabilidades.
- Tonterías de las dos y de ser posible yo misma me encargaré de casarlas a las dos, serán las más felices y mi hermano tendrá los nietos que tanto desea. Volveré con un hombre hermoso para cada una -ante tal declaración rieron tanto que les dolió la barriga-.
- Tía en verdad yo no deseo casarme no me he enamorado jamás y ni jamás me enamoré-repuso Mariel con franca serenidad que inquieto a su Tía Catalina Montealban, esposa de Arturo Montealban.
Partió la tía preocupada por Mariel traería consigo un hombre hermoso para ella que ya estaba en una edad escandalosa lo suficiente como para ser solterona, no sin antes reprochar a Don Pedro Arbizu su desproporcionado amor a sus hijas, que era la causa de que no encontraran en un hombre, todo lo que en un hombre podían querer,Catalina era una mujer con la grandeza de su hermano, no lo culpaba, más convencer a su sobrina de contraer nupcias o aceptar un cortejo parecería imposible.

-Pedro regresare con un hombre hermoso que robe el corazón de Miel o dejo de llamarme catalina Montealban.

-Catalina Montealban -repuso Don pedro con una mueca divertida, y un aire de cómica solemnidad alzando la mano y bajándola graciosamente mientras salían de la casa caminando alegremente hacia la campiña antes de su partida- me quedare aquí y rezare todas las noches hasta tu regreso para que no pierdas el nombre.

Se fue catalina, pero el aire de alegría y esperanza que dejo en Don pedro, no desaparecería nadie mejor que el para reconocer el poder de cada una de las palabras de Catalina.

La Trampa Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora