Catalina observo alcanzó a escuchar algunas palabras pero no vio el beso,y definitivamente entendió todo y no dejaría pasar la oportunidad de ayudar un poco así que anuncio su presencia como testigo de la situación.
— Pedro como te haz atrevido a semejante barbaridad haz comprometido el honor de Sofia
— ¡Dios mío! - exclamó Sofia llevando sus mano al rostro y después guardo compostura aunque no por ello estaba tranquila. Catalina muy astuta se acercó abrazo a Sofia.
— En que estabas pensando, esto será un escándalo si algún sirviente indiscreto de los que aquí abundan ha sido testigo, Pedro ella está pérdida. Sofia temblaba como si fuera un muchacha Virgen, su esposo fallecido poco más de un año. No la toco después de tener a Sebastian por su avanzada edad combinada con una enfermedad que lo fue debilitando. Pedro estaba furioso con Catalina sus intenciones eran ofuscarla llevarla a la desesperación como alcanzaba tanta vileza.
— callate Catalina te prohíbo que digas una palabra –dirigiéndose a Sofia dijo- Perdoname tú no haz dado motivo recuerda eso, bajaras para desayunar como habías dicho y después del desayuno nos reuniremos en la Terraza para hablar sobre este asunto, y no aceptaré que te encierres en esta habitación para evadirme como haz hecho hasta ahora, o volveré y tocare y de ser necesario tumbare la puerta.- Sofia asintió desconcertada volviendo el sueño a su mente, no se arriesgaría a que se hiciera realidad, en ese instante Aurora y la mucama de encontraron en el mismo pasillo Catalina estaba victoriosa eso era más que un soñar de campañas anunciando boda, Sofia busco refugio en su habitación. Aurora le acompañó y está escuchó a Sofia.
— Me ha besado en la puerta así como estoy si por lo menos llevará algo más que está bata y el camisón, me siento expuesta, Aurora la entendía pero estaba contenta ellos despedían a la vista de todos las emociones que sentían, atisbaban que tenían miedo de amar, que júbilo al saber del enlace la pareja, por que Pedro tenía solicitar su mano en matrimonio después de este hecho o nadie podría de salvarle del escándalo.
— Señora no se angustie Don Pedro es un caballero y está enamorado estoy segura de que hoy mismo le hablara de matrimonio.
— Me ha hablado como si tuviera derecho sobre mi, como si ya le perteneciera, como si ya fuera su esposa con autoridad y yo como una estúpida le debo obediencia por que estoy en sus manos..
— Mi señora cuando la besó ¿le molestó la sensación?
— Aurora que pregunta haces. Yo me quedé estupefacta, sentí el calor de sus labios y... no pude moverme... si fue una sensación agradable pero no era el momento ni el lugar, si quizás llevará ropa suficiente o estuviéramos al aire libre pero aquí en mi habitación podrían tomar que le he despedido después de una noche de... –Aurora la ayudaba con el corsé y el tocado en medio de la plática muy apresurada, para llegar a tiempo al comedor.
— Aurora eres una romántica y se que estás entusiasmada pero yo no y si éste es de esos hombres autoritarios, sé que es un excelente padre y que sus sirvientes lo adoran, pero una esposa está sujeta a su marido, yo... ya estuve sujeta a uno que no ame y sufrí mucho hasta que nacio Sebastian y llegué a quererlo y lo vi consumirse.
— Usted no eligio a ese hombre
—A Pedro no lo he elegido.
— Puede rechazarlo que más da, no tiene nada que perder es rica, y su hijo la venera.
— Estoy atrapada, mi hijo no perdonará a Pedro, y yo...
— Bajemos ha quedó preciosa, se que él le agrada y se que será muy feliz y yo me alegro por usted.Desayunaron sin decir palabra, Pedro le informó que deseaba una plática en el despacho y que si deseaba le asistiría Catalina pero se negó.
*******
Sebastian después de la cómica discusión en la que perdió Amelia fue a la habitación donde Amelia lo recibió asustada, él, encantador como lo era por las mañanas la llevo a caminar por el río y a ver la montaña. Salieron abrigados, y Sebastian la abrazaba para darle calor cuando caminaban, en un paraje mientras ella admiraba el hermoso paisaje que la hipnotizaba, la tendió en el suelo de forma inesperada bajo un árbol está temblaba y no de frío, la beso de manera intensa y después la miro y volvió a besarla aún con más intensidad introduciendo su lengua, más apasionado, sus besos era bien estudiados era un excelente besador, Amelia no se resistió pero la rebasaba, hizo la cara de lado para evitar que siguiera y aunque temblaba asustada no se opuso, por que temía que él la lastimase, que la reprendiera de manera terrible, por que se debía a su esposo como él le dijo. Sabía bien que debía ser obediente y complaciente. Dejando una lágrima rodar por su mejilla.
Sebastian beso su mejillas con ternura y de repente se vio abrazado por Amelia que no buscaba su calor sino cubrir su rostro y su vergüenza, el desabrocho su abrigo y continuó besando su cuello mientras ella sollozaba, después puso su manos sobre su pantorrilla debajo del vestido sobre las gruesas mallas y siguió hasta su rodillas ella con su rostro escondido sobre él, lloraba, sentía con cada caricia un calor que quemaba, dolía y su mano escondió el camino del cuello que Sebastian hizo con sus besos. Sebastian comprobó que ella ya no se atrevía a detenerlo a cachetadas o con palabras, sabía que cuando llegara a ella en la noche ella sería la esposa obediente que recibiría sus caricias aunque no le correspondiera pero quizo comprobar más.
— Besame – ordenó. Sosteniendo su cara para que lo mirase, acercándose a pocos centímetros de su boca. Temblando beso tímidamente a su esposo.
— Eso no es un beso te voy a enseñar cómo hacerlo y luego tú me besarás. La beso apasionadamente degustando del roce de sus lenguas. Después la miro esperando que repitiera lo que le había enseñado.
— Estoy esperando. Las gruesas lágrimas de su rostro brotaron
— No, yo...
— Harás lo que yo te pida por que hay mucho que aprender y no soy maestro paciente - Amelia cerro los ojos esperando lo que él quisiera hacer de ella pero no estaba dispuesta a obedecer, él comenzó a besar su cuello nuevamente y el cuerpo de Amelia empezó a contraerse en rechazo llorando, no se oponía pero comenzó a suplicar.
— No, no siga por favor, aquí no - Amelia trabajaba de detenerlo por que no sabia hasta que punto él seguiría, si se atrevería a más en plena luz del día.
— te debes a mi... - Amelia asintió y no dijo nada. Él se dio cuenta que en realidad no se atrevió a negarse, era por el lugar pero que en la intimidad de la habitación no lo haría. Amelia recordó el libro de un tirano que golpeaba mujeres si se resistían a obedecerles, y por un momento ella pensó que la golpearía, la levanto, le abrocho el abrigo la abrazo y regresaron por el mismo camino. Por la tarde después de la comida ella le solicitó permiso para ir a su habitación y solicitar privacidad hasta la noche.
Sebastian estaba satisfecho, domo a la fierecilla, no deseaba lastimarla y sabía que lo había hecho. Tomó su guitarra para dedicarle una romántica sereneta, después dormiría en otra habitación dándoles una noche más y después amarla.Con una voz masculina y entonada le dedicó varias canciones haciendo el corazón temblar cuando canto "la malagueña" con voz esplendorosa, perfecta, el corazón de una mujer se llena y se rinde a esas cosas. Cuando terminó tocó la puerta, ella abrió en su interior su corazón aplaco el dolor por el trato que le había dado la mañana halagada sintiendo un cariño de su esposo más allá de sus besos y caricias que la atormentaban.
— Gracias por la serenata – mencionó con timidez y dulzura, la mirada llena de ternura y la negra a su lado viéndola penso que ellos tenían rencillas pero que estaba enamorada, se retiró ya que había terminado de peinarla y definitivamente ahí sobraba. Amelia lucía preciosa con su cabello largo hasta la cintura con una trenza francesa con la que se veía maravillosa. Luces hermosa Meli. Dijo con su sutil voz seductora procurando no intimidarle, se sonrojó inocente y nerviosa. Sebastian con dulzura le tomó las manos y beso con cuidado ambas mejillas sintió el temblor habitual de Amelia, estaba arrepintiéndose de esperar al mañana pero decidió retirarse antes de que le ganara la impaciencia.
— Meli, dile a esa negra insolente que mañana haga lo mismo con tu cabello por favor. Hoy dormire en la otra habitación, mi amor, mañana pasaré la noche contigo, hoy quiero que duermas tranquila y que pienses en lo mucho que te amo. - Amelia abrió los ojos estaba sorprendida, su agradecimiento por instinto la hizo abrazar a Sebastian, el lindo detalle de la serenata y ahora esto. Con profunda timidez ella besó su mejilla al sentirla temblar se dió cuenta que fue una gran esfuerzo para armarse de valor. Se sintió satisfecho y se fue.La negra se pregunto porque el hombre durmió nuevamente en otra habitación, si ella ya lo había perdonado y se dijo así misma que en ese matrimonio había algo muy raro.
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La Trampa Del Destino
Ficção HistóricaMariel es una linda chica gentil, alegre y a la vez tímida. Su hermana tiene el mismo aire de compromiso de cuidarse mutuamente a pesar ser sólo medias hermanas hijas de un criollo muy importante en la época.Don Pedro viudo y con el compromiso de da...