capítulo 21 El camino vacio

369 58 3
                                    


Amelia se sintió muy sola en las 2 semanas que faltaban para el regreso de su doncella y con la reciente partida de catalina se encontraba su camino vació sin risa, lo pasaba bastante aburrido en el carruaje y aunque su padre se oponía, a veces montaba a caballo, era la única travesura que realmente hacia.

Sabiendo Sebastian que la tía se habia marchado que la doncella estaba de luna de miel, y el camino se encontraba muy deshabitado espero el día en que realmente estaba más vació, y sabía que ella sólita llegaría cuando galopara a la orilla del rió. Salio temprano un martes y regreso poco antes de lo previsto sintió que el estomago le pedía comida por eso regreso temprano pero la detuvo la vista que siempre la hacia detenerse, se desvió hacia el rió y Sebastian que la estaba acechando se acerco cuando ella se bajo del caballo a lavarse la cara, de repente sintió la presencia que tomaba su caballo, y se volvió para ver al dueño de la mirada que muchas veces sentía que la traspasaba haciéndole sentir miedo, Sebastian no la miraba como la miraba cuando estaba su padre.

- Sr. Sebastian, buenas tardes. - trato de contener la sensación de temor que la embargo ante su mirada.

- buenas tardes Amelia... -Amelia reafirmo en el tono de voz que su proceder era como el de un caballero imprudente como el que alguna vez le toco el hombro para bailar en una fiesta ya pasado de copas.

- Debo retirarme pero ha sido un gusto saludarle. -La miro fijamente queriendo infundirle miedo obteniendo éxito.

- No Amelia, no te iras.

- No debería tutearme.

- No debería andar sola en mis tierras, creo que ha querido provocarme. - el corazón se le detuvo y después latió rápidamente,sabia que el viejo Roberto vendió la finca pero no sabia a quien.

- Disculpe si lo he disgustado, si he invadido su privacidad, le prometo que no volverá suceder.-Tratando de guardar la compostura este hombre era amigo de su padre quizás lo estaba mal interpretando, quizás estaba bromeando.

- Me has provocado. -fríamente la tomo de la mano, jamas Sebastian de la vega se comporto como un hombre ruin o calculador, desde que la miro llorando el río, el color de sus ojos lo habia capturado, contrastando con el color de su piel, la pasión que sintió al escucharla carcajearse por esos camino sobre su caballo lo estaba envenenando, al saber que ella ya se habia enamorado de otro, la habría amado tan profundamente de una manera muy distinta. Respetando las costumbres del padre antes de las suyas.

- Yo no le he hecho nada. Estuvo a punto de darle una bofetada como un animal pero logro mantener un hilo de cordura.

La llevo a la pequeña casa que estaba deshabitaba sobre su caballo llevando al de ella detrás. La voz débil de Amelia se escucho más de una vez haciendo la misma pregunta.

- ¿A donde me lleva?.

- Me gustas. -fue lo único que dijo al meterla a la casa.

- Déjeme ir, por favor.- Amelia habia perdido el color estaba totalmente pálida. La jalo hasta la habitación con la sabana blanca. Estaba perdida desde el momento en el que la subió a su caballo si alguien la vio deberían casarse. En su mente se dijo "mi castigo". Soltó el llanto.

- Si la sabana permanece blanca después de hacerte mía no me casare contigo, es mi elección según la costumbre de mi tierra, si eres ... - se detuvo a pensar un segundo lo terrible que seria para ella si lo fuera, pero habría fiesta durante 2 semanas, aunque quizás eso no podría consolarla... el pensamiento se borro- virgen me casare contigo en el tiempo que disponga tu padre por mi seria en dos semanas. Se solto a llorar Amelia con desesperación.

- por que me hace esto yo jamas le he provocado. -dicho esto se tiro de rodillas suplicándole que no la tocara-no me toque por favor.

- Levántate.- le tomo el brazo y la ciño a su cuerpo le beso el cuello con excesiva intensidad.

- ¡No!, ¡no!, ¡no!-sus gritos de terror lo hicieron temblar, y si era virgen y si su deseo por ella y los comentarios de Joaquin lo habían nublado, a fin de cuentas aquel hombre fue despreciado. Pero el lamento del rió para quien iba dirigido. No se detuvo continuo con prisa buscando encontrar la piel que escondía el vestido. En un acto de valentía le solto 2 bofetadas que lo hicieron reír haciendo que ella se llevara las mano al pecho amurallando su cuerpo mientras el la acorralaba en la pared.

- Cobarde, Cobarde, no se casara conmigo, no se casara. - entre llanto dijo lo único que le quedaba decir aunque la tomara y fuera virgen, estaba segura, por que ella jamas lo había provocado estaba loco.

- Si eres virgen juro que me casare contigo. - dijo sintiendo que aunque no lo fuera la llevaría al altar por que no seria suficiente tenerla una vez.

- Cásese conmigo primero eso es lo correcto. -soltó como ultima suplica para detenerlo, sacando el ultimo vestigio de valor y coraje que le quedaba, como si eso pudiera cambiar el destino que le esperaba si el aceptaba solo aplasaría el horrible momento que le esperaba, nunca habia experimentado un miedo como este. La miraría desnuda, tocaría su cuerpo, la haría llorar [pensó en como lloraba Mariel]. Sebastian sin camisa con el pecho descubierto con la medalla de la virgen de Fatima colgando del cuello, pensó en lo que dijo.

- Me casare contigo. - mientras se acercaba para besarla, ella tomo la medalla que le colgaba y le dijo:

-Después de que se case conmigo, espere hasta que se case conmigo. Al ver a que se aferraba Amelia suavizo la fuerza que la acorralaba. le dio un beso en la mejilla, le habia ganado no la tomaría aunque la carne y el deseo se lo exigieran ella realmente jamas lo habia provocado y habia luchado por su dignidad, si ella le dio su corazón y su cuerpo a otro a él no lo habia engañado.

- Te ayudare con tu vestido no puedes llegar así con tu padre.

- Maldito. Lo miro con coraje y le dio de cachetadas hasta que le se le vencieron las manos, Sebastian la tomo entre su brazos y la consoló sintiendo que la cara y el alma le ardían por ser tan vil, nunca se habia comportado de esa manera con ninguna mujer.

- Maldita tú que me has enloquecido. -de su rostro salio una lagrima de dolor, de arrepentimiento y de vergüenza. Jamas sería el mismo hombre cabal después de conocerla a ella.

Regresaron al camino del rió cada quien con su caballo ambos se lavaron la cara.

En la noche pediré tu mano, si te niegas le diré a tu padre que ya te he tomado. Tan solo de pensar que otro ya la había tomado el corazón le ardía ella se casaría con el pero quizás jamas lo amaría, pero seria su mujer cada noche cada día no se apagaría su deseo por ella. Jamás deseo tanto a una mujer ni nunca una mujer se le resistió, aunque el jamas trato de enamorarla; a pesar de su trabajo jamas intento forzar a una mujer como muchos militares hacen ni aun cuando alguna le despertara deseo. Esto era más grande que el deseo. Le dolió tanto a Sebastian reconocer que estaba enamorado de esa mujer y lloro amargamente la estupidez de no saber reconocerlo de sentirse vulnerable y querer que ella pagara el que lo hiciera sentir así. Estaba enamorado de una mujer que por su acción no le ganaría el corazón.

La Trampa Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora