Anhelos efímeros

4.8K 185 187
                                    

La brisa seguía meciendo con gracia y delicadeza las hojas de los árboles de la Villa Kakariko, refrescando las alborotadas alas de los diferentes tipos de pájaros que se encontraban descansando en los troncos y ramas del mismo. Las criaturas habían silenciado su dulce canto, pues al parecer estaban atentos a la conversación que se estaba dando entre cierta pareja.

Zelda había quedado en completo silencio con la propuesta que su amado le había hecho, simplemente no podía concebirla. El hombre al que había herido en el alma, el que la despreciaba por todo el daño que le había hecho, le estaba pidiendo a ella que pase el día junto con él y el hijo que habían concebido juntos, algo con lo que había fantaseado por largos e interminables meses.

Por otra parte, el corazón de Link latía con una prisa inmisericorde, pues no entendía cómo de su boca pudo haber salido semejante propuesta. Obvio deseaba con toda su alma pasar tiempo con su hijo y la mujer que amaba, pero le costaba concebir o perdonar todo el dolor y sufrimiento que esta le había causado, el cómo lo había utilizado y destrozado el corazón en aquella época en la que creyó que había encontrado el amor a su lado. Pedirle que los acompañe era un deseo que le había nacido de la nada, y aunque no se arrepentía, si se sentía algo incómodo de ver que su amada no respondía...

- Te pido disculpas, creo que no debí...

- Acepto.

- ¿Que...?

- Acepto pasar el día con ustedes, no tengo ningún pendiente en el palacio, así que puedo hacerlo. Nuestro bebé no tiene por qué sufrir por culpa de nosotros, merece pasar tranquilo y contento, sin involucrarse en nuestras diferencias. Mucho más en este día que cumple seis meses. – dijo la joven, acariciando la frente de Noah.

- Estoy de acuerdo. Sólo no quiero que mi presencia te sea desagradable. – dijo, incómodo.

- No es desagradable... me es encantadora.

Link sintió que su corazón palpitó con fuerza al escuchar aquel adjetivo por parte de la princesa, aunque no por eso cambió la seriedad de su semblante. Zelda, por su parte, no podía mirarlo a los ojos, y aunque no se arrepentía de haber expresado lo que sentía, si estaba avergonzada de haberse dejado llevar de manera tan impulsiva. Por un instante, el guerrero tuvo deseos de creerle, de dejarse llevar por tan sencillo, pero hermoso halago, y acercarse a ella a abrazarla y besarla, expresarle que para él estar en su compañía era una maravillosa honra para su cuerpo y alma, pero decidió callar por orgullo, pues las heridas aún seguían abiertas y sangrantes.

Ambos se quedaron en silencio por varios segundos, sin saber qué decir ni cómo reaccionar, pues muchos sentimientos contradictorios los estaban consumiendo desde lo profundo de su alma; sin embargo, su sentir no pudo durar mucho a causa de su retoño. El pequeño Noah empezó a moverse inquieto en los brazos de su madre, pues empezaba a sentirse aburrido. Se suponía que iban a realizar un sinfín de actividades divertidas, y ver a sus padres parados como estatuas era todo lo contrario a lo que quería. Ya que él no podía caminar, por el momento, que al menos ellos tengan la consideración de hacerlo por él.

Saliendo de su ensimismamiento y esforzándose por sonreír, Link decidió acercarse hacia donde estaba su bebé y estirar los brazos para que Zelda se lo entregue, cosa que ella realizó en el momento.

- Oye, cálmate, ¿sí? Recién acabas de llegar y ya te estás inquietando. Ya vamos a salir en este momento. – dijo Link, uniendo su frente con la de su bebé.

- ¿A dónde vamos? – preguntó Zelda.

- A recoger algo para Noah, ¿me permites?

Lazos eternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora