Sentada en la más aburrida conferencia en la que jamás haya estado, mi cabeza aún no concebía como al profesor de comunicación se le había ocurrido hacer esto, simplemente era estresante el solo ver a las personas suspirar de cansancio y aburrimiento, además como para rematar la mujer hablando no trataba de hacer ameno el momento.
Suspiré, mi frustración solo aumentaba ante cada palabra, ahora mismo me arrepentía de tratar de ser una estudiante responsable y asistir a esta conferencia, si le hubiera hecho caso a Emma, probablemente habría estado rodeada de gente divertida, graciosa y borracha.
—... ahora el señor Graham se encargará de mostrarles cuáles son sus posibles trabajos al recurrir a esta carrera— parecía que al fin la mujer dejaría de hablar.
Tenía que estar bromeando, ni siquiera estaba en una charla sobre mis estudios universitarios, yo estudiaba comunicación, no leyes, y aun así tenía que aguantar que les dijeran a los pobres que asistieron por interés en el tema que es lo que podían hacer, si no sabían en que podían trabajar ¿Por qué elegir derecho?
—No puedo creer que esté haciendo esto por crédito extra— refunfuñe, estaba malgastando mi último preciado tiempo de universidad solo para subir un poco mi promedio, quería un buen lugar para mi práctica y solo lo conseguiría con buenas notas.
—Créalo, porque eso es lo que está usted haciendo señorita Lewis— la severa voz de mi profesor de comunicación llamó mi atención desde la silla junto a mí.
Retiré mi vista del podio en medio del escenario y miré al perfecto hombre de ojos azules, cabello negro, alto, labios rosados, demasiado besables, una sonrisa como para derretirse a sus pies, perfectos rasgos para un perfecto hombre, tan perfecto que no era mi tipo, aunque todas quisieran un buen polvo con él, hasta cierto punto yo. Tal vez él solo era bueno encendiendo las hormonas de cualquier ser humano que se sintiera atraído por los hombres.
—¿Sabes lo irritante que eres, Chester?— le dije despectivamente.
Era mi profesor y le debía algo de respeto, pero unas noches de fiesta con él te podían hacer cambiar de opinión y perderle todo el respeto, sobre todo cuando lo había visto completamente ebrio y tuvo el descaro de ofrecerme una noche de placer. Aún recordaba su tentadora proposición, pero simplemente mi mente no concebía estar con él, por más sexy que fuera no era mi tipo, aunque sí un excelente amigo.
—Sí, por eso lo hago, ahora finge escuchar a Liam, no quiero escucharlo regañándome por no poner atención a su charla, eso sería peor— él miró al frente, fingiendo que ponía atención.
—¿Quién es Liam?— no sabía nada de ese personaje, pero parecía que no quería soportarlo después, era muy extraño escuchar al profesor O'Connell quejarse de alguien.
No recibí respuesta, solo un silencio y los ojos del receptor de mi mensaje enfocados en el escenario frente a él.
Dos horas más de conferencia y mis ojos se estaban cerrando. Dios tiene que estar bromeando, si en mi trabajo llegaban a mandarme a algo como esto los torturaré hasta que se arrepientan de haberlo siquiera pensado.
Por fin el hombre abandonó el escenario y fue despedido con una gran ovación, no tengo ni idea de que dijo, pero ahí estaba yo felicitándolo por su trabajo.
—Bueno Chester, eso fue reconfortante— esperaba que la ironía del tono de mi voz se notara a kilómetros de distancia —Ahora me voy a una fiesta que me espera— besé su mejilla y comencé a caminar hacia la salida.
—Espera, llévame contigo— tomó mi brazo y me hizo cara de cachorro abandonado —No tardo.
—Que sea rápido— me detuve mientras él se dirigía a saludar al hombre que ignoré durante dos horas, no lo había hecho deliberadamente, bueno, tal vez un poco.
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Touch
RomanceSolo un toque basto para que ella cayera a sus pies, él supo donde y cómo tocar, pero ese solo es el inicio de la historia... Advertencia: Historia con alto contenido sexual y lenguaje fuerte.