Capítulo 23: "Golpes y besos"

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Huir, sí, eso es lo que quería hacer, un sentimiento de pánico me embargaba, no lo quería cerca, no quería ni siquiera poder verlo a metros

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Huir, sí, eso es lo que quería hacer, un sentimiento de pánico me embargaba, no lo quería cerca, no quería ni siquiera poder verlo a metros. Mi cuerpo estaba tenso y solo las caricias de la mano de Herbert sobre mi hombro me calmaban, solté un gran suspiro ¿Cómo se suponía que debía enfrentarme a esto? ¿Cómo debía enfrentarme a él? Todo el día había sido un escape de mi propia mente, olvidando su existencia, olvidando que alguna vez me lo encontré porque de lo único que estaba segura era que no conocía a Liam Graham, el creador de monstruos y sueños rotos.

—Tenemos que hablar— no preguntó, simplemente ordenó.

Era la persona más cínica de este mundo, ni siquiera sabía cómo tenía el descaro de dirigirme la palabra, alguien con un poco de dignidad se hubiera alejado y nunca mirado atrás.

—Lo siento, señor Graham, pero usted y yo no tenemos nada de qué hablar— mi voz, para mi sorpresa, sonó segura, no titubee ni un momento, algo en mi interior me dio fuerza y ánimo.

—No estoy para juegos Amelie, ven aquí— su mirada estaba envenenada, casi podía jurar que sus ojos lucían rojos.

—Disculpe señor, ¿No escuchó a la señorita? No tienen nada de qué hablar, si nos disculpa— Herb interfirió mientras algo dentro de mi gritaba que sujetara fuerte a el rizado. Rodeé su cintura y la paz me invadió, al menos sabía que no se iba a tirar encima del otro.

—No quiero hablar con niños. Amelie no me obligues a ir por ti— dio un paso adelante enfatizando su punto.

Amelie... había dicho mucho mi nombre, creo que estaba a punto de gastármelo. La estúpida idea me provoco una risita que enfureció mas al traidor, estúpido que se creía con derechos sobre el resto de la humanidad, eso me hizo bufar.

—Eres una niña berrinchuda— dio tres pasos más cerca de nosotros.

—Por lo menos no soy una mentirosa, ahórrese el numerito y olvide que alguna vez me vio o supo mi nombre. En la corte se dirá todo— uní mis manos alrededor de la cintura de Herbert, no sabía con exactitud si lo hacía para molestar a Liam o solo para sostenerme a algo, tal vez un poco de ambas cosas, mis piernas temblaban y las sentía débil.

—De eso tenemos que hablar, de la corte— sus ojos ya no tenían ese azul que tanto me gustaba, eran ojos sin vida.

—No lo creo, mi abogado es el responsable de eso, usted y yo no debemos hablar, retírese por favor y evítenos la incomodidad— Herbert también unió sus brazos a mi alrededor, era prácticamente un abrazo.

Estaba totalmente segura de que era una excusa, si algo había aprendido durante sus "lesiones" era que debías girar la situación a tu favor y si él estaba utilizando esa excusa tan pobre era porque estaba desesperado.

—¡Joder, Amelie! ¡Ven aquí que tenemos que hablar!— la vena de su cuello era visible y casi brinco del susto.

—¿Qué está pasando aquí?— un acento irlandés irrumpió en el lugar provocándonos un giro de cabeza a todos. Ned caminaba hacia nosotros con Emma pisándole los talones.

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