Prólogo {Narrador omnisciente}
La morena de ojos grisáceos observó con cautela
el lugar atestado de gente. El gran antro solo
estaba iluminada por opacas luces rojas dándole
un aspecto infernal.
Su mirada paseó por el grupo de solteros que se
encontraban en de las mesas principales. La
mayoría ebrios y con mucho dinero... pan
comido.
___________ Liejett, diecinueve pecadores años,
ojos grandes y calculadores, y un cuerpazo de
infarto. Curvas tentadoras, y movimientos ágiles.
Una stripper dispuesta a todo.
A pesar de su edad, ella tenía bien claro lo que
quería en la vida.
Bailar.
Sus padres. Religiosos, exigentes hasta la
médula, y poco afectuosos.
"El baile no te servirá de nada en la vida.
Céntrate en tus estudios, es el único modo de
llegar lejos" era una de las oraciones más largas
que con frecuencia, sus padres le dedicaban.
Cada noche, a escondidas de sus progenitores,
__________ se ponía sus pantalones ajustados de
cuero, su camiseta de tirantes blanca y escotada,
y salía a "cazar".
El Antro Anacks, más conocido por sus siglas
"AA", era el lugar más privado, lujoso, y secreto
de Los Angeles. Concurrido usualmente por
solteros, con mucha pasta.
El único lugar dónde __________ podía ser quien
realmente era. Dónde pasión y ambisión
formaban una combinación fatal.
Ella estaba harta de la sarta de estupideces que
decían sus padres. Amaba bailar, amaba seducir
a los hombres con sus movimientos y amaba el
dinero.
Aquel lugar parecía poder brindarle todo lo que
ella deseaba. Y allí lo conseguía.
Pero jamás había llegado más lejos de eso. Su
rutina al cruzar aquellas gigantescas puertas
negras era ponerse ropa sexy, bailar un poco
para cualquier tipo que le diera dinero, e irse a
eso de las cuatro de la madrugada, cansada de
tanto moverse pero con los bolsillos llenos, y
aun más importante, feliz.
Ese "trabajo" no incluía amistades ni
sentimientos. Su sensual encanto disimulaba su
corta edad, por eso no era difícil que los
guardias la dejaran entrar allí.
La actitud independiente y la manera fría de
comportarse era un rasgo que había heredado
de sus padres. Pero ella los empleaba de una
manera un poco menos moral.
Rebelde, provocativa y letal.
Cualquier hombre podría haber llegado a decir
que detrás de esa candente mirada, no había...
nada. Que no tenía corazón. Y pues, ella lo creía
así... no sentía afecto por nadie, ni siquiera por
las personas que le habían dado la vida.
Pero aquello cambiaría... la llegada de un tipo...
casado, de actitud tranquila y distante, y con
una sortija de matrimonio revoloteando -
indecisamente- en sus manos, la cautivaría.
¿Sería ________ capaz de sentir algo de
compasión por ese hombre? ¿Involucraría algo
más con él que su irracional necesidad de dinero
y movimientos eróticos?
Por bien de aquel tipo de ojos verdes y cabello
alborotado, era mejor que no.
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Bueno, acá vamos con otra novela*o*