-Cuéntame un poco de que va el trabajo de hoy-
le pedí a mi amigo mientras ponía el motor en
marcha.
-La directora de una prestigiada academia de
arte nos ha contratado para fotografiar una
exposición. Será algo elegante. Irá gente
realmente importante.
-¿Y las obras son de los estudiantes?
-He de suponer que sí. Quiere fotos de primera
calidad, y Liam nos dijo que el lugar es
impresionante. Antigüedad por todos lados, ya
sabes que significa eso.
-Buenas fotografías- dijimos al unísono y
reímos.
Bueno… quizá mi día no fuera tan malo.
Pese a mi mal humor, fotografiar, era como una
especie de ritual. Lo sé… suena tan estúpido,
pero no hay nada mejor que la oportunidad de
una buena fotografía.
Agradecía al cielo mi empleo, que en realidad
era algo parecido a una pasión. Poder llevarlo a
cabo, era algo enorgullecedor.
Yo no había nacido en una cuna de oro, pero
con los años y mucho esfuerzo había conseguido
bastantes cosas con las que aspiraba de niño. Y
también algunas cosas que no.
Como un divorcio.
De pequeño siempre había tenido la patética
idea de una familia feliz. Una esposa que te
espera con una deliciosa cena y los niños. Una
casa acogedora y familiar. Fines de semana
junto a tus hijos, el amor de tu vida, y el típico
perro que es como otro integrante más.
Cuando conocí a Becca, hacía unos tres años
atrás, vi en ella todo lo que deseé en una mujer.
Dulzura, simpatía… amor. No creí que las cosas
fueran a salir mal. Todo iba tan bien… pero
quizá debía quedarse así. Tal vez el matrimonio
no estaba hecho para nosotros.
Un fin de semana con una loca stripper
cambiaba bastante mi perspectiva.
-Llegamos, Styles- me anunció Zayn cortando el
hilo de mis pensamientos. – Un poco más y te
pasas de calle.
-Lo siento- dije con la voz ronca y me aclaré la
garganta mientras estacionaba.
Nos bajamos del Audi y me dirigí al maletero
dónde se hallaban nuestros bolsos.
-¿Cuánto durará la exposición?- pregunté