-Vuelve conmigo- rogó en voz baja y
exquisitamente ruda.
Estampó su boca contra la mía y saboreé sus
labios comenzando con un delicioso frenesí.
Su lengua entró en contacto con la mía,
ardiente, incitándome a más.
Me sostuvo el rostro con ambas manos y luego
deslizó una por detrás de mi cuello, dejando su
dedo pulgar por debajo de mi oreja, y la otra la
instaló en mi cintura.
Atacó mi cuello con dulces y necesitados besos.
Gemí cuando hincó sus dientes cerca de mi
hombro.
-Harry… -dije en voz baja intentando detenerlo
pero aquello sonaba más a súplica, algo así
como «bésame de nuevo.»
-No me digas que no puedes. Sólo me basta con
saber que me quieres- murmuró pegando su
frente a la mía pero sin tocar mi boca con la
suya. Con mi mano acaricié su cuello, deseosa
de promover más contacto.
-Te quiero- musité sobre su boca. «Ya está. Lo
he dicho.»
El abrió los ojos y sonrió.
-Eso es todo lo que necesito.
Volvió a devorarme con sus labios mientras yo
me retorcía contra la pared.
No creo recordar otro momento más feliz en mi
vida que éste.
-Olvídate de Becca, me olvidaré de Anacks.
Olvidemos todo, sólo quédate conmigo. Ya no
resisto otro día sin ti, __________- dijo contra mi
oreja. El roce de sus labios húmedos me hizo
vibrar de mil maneras diferentes.
-Harry, tú… yo…
-Por favor.
Fruncí el ceño y él volvió a tomar mi rostro
entre sus manos pero ésta vez más
posesivamente. Mordió mi labio inferior y
delineó el contorno de éste con su lengua.
«Auch.» Repitió el proceso unas cuantas veces
más hasta que sentí la boca hinchada.
Lo tomé por la nuca y lo besé. «Mierda, me
duele besarlo.»
Cuando adentró su lengua en mi boca, la atrapé
entre mis dientes con fuerza. Él gruñó pero
continuó besándome, de una manera y otra,
enloqueciéndome, atrapándome y privándome
de mis sentidos, del exterior, de cualquier
problema de mierda que interfiriera con lo que
sucedía entre nosotros.
-Dejaré Anacks- dije decidida pero en un
susurro. Lo dejaría.
Lo dejaría todo por él. Por escuchar esa ronca
voz en las mañanas, por verlo sonreír de esa
manera, por su mirada intensa y su espalda
ancha, por su estúpida cortesía, y modales, y
educación, y todo. Estaba perdidamente
enamorada.
El sonrió y entonces con toda la dulzura del
mundo pasó sus brazos por mi cintura y me
abrazó. Enrosqué mis brazos a sus hombros y
sentí mis pies despegar del suelo.
Reí en voz baja cuando sentí su sonrisa contra
mi mejilla.
-Eres lo mejor que me ha pasado- murmuró y
me besó una vez más. Tranquilo, dulce pero
caliente. Enterré mis manos en su cabello y tiré
suavemente de él.
Comparado con esto, el concepto de cielo es
demasiado básico para mí.
(…)
{Narra Harry}
Desperté con aquel hermoso cuerpo a mi lado.
Dormía plácidamente con la cabeza enterrada en
la almohada y el cabello esparcido sobre ésta.
Me acerqué y besé su hombro desnudo. Hmmm,
… es tan cálida.
Ella gimió en voz baja pero sorprendentemente
dio media vuelta sobre la cama, ignorando mi
beso. Se tapó hasta arriba con la sábana blanca.
Seguido de esto, escuché una risita.
«Jugar entre las sábanas. Eso suena divertido.»
-¿No vas a besarme?- pregunté haciendo
puchero y acariciando su vientre. __________
jadeó ante mi toque y se removió un poco.
-No- dijo divertida.
-¿Y qué tal si yo te beso?- pregunté desafiante.
-Inténtalo- me propuso quitándose la sábana de
encima. Me sacó la lengua y volvió a taparse.
Intenté quitársela pero ella se resistió con más
risitas.
Pronto, nos encontrábamos en una lucha entre
sábanas y cosquillas.
-Ya, ¡por favor! ¡Detente!- dijo a carcajadas y así
lo hice.
Su risa continuó hasta apagarse.
Entonces me metí dentro de la cama y por
debajo de las sábanas me encontré con su
cuerpo.
La luz del cuarto se filtraba a través de la tela.
-Eres única- dije contra su boca. Ella sonrió y
acarició mi rostro. Su pequeña mano recorrió
mis facciones detalladamente y luego se instaló
detrás de mi nuca. Se acercó a mí y fundió su
boca con la mía. –Te quiero- musité en sus
labios y sentí su sonrisa.
No existía nada más que pudiera desear tanto
como su corazón.