-No puedo creer que esto realmente haya
terminado- le dije a mi rubia amiga que
conducía a través de Los Angeles.
Lloré contra su hombro y ella pasó su brazo
derecho sobre mi hombro, y el otro lo dejó en
el volante.
Al menos alguien me consolaba.
Pero aquello no me servía de mucho para no
sufrir por el horrible vacío que sentía en mi
interior.
-Él es un idiota- dijo ella con voz apacible. –Y
ella una zorra. Te juro que nos vengaremos,
cielo.
Solté una risita entre lágrimas.
-Deberías haber visto como quedó su rostro
después de la paliza que le di.
-Hubiera pagado por verlo- admitió Marcie con
una carcajada. Por un momento, reír un poco
me alivió. Y ella lo notó. –Salgamos ésta noche.
-¿Anacks?
Marcie asintió y la observé insegura.
-Oh vamos… no bailaremos para nadie, sólo nos
embriagaremos y la pasaremos bien un rato.
Luego podemos ir a la playa con dos sexis
solteros y nadar desnudos- añadió divertida y
solté una carcajada, pero el dolor continuaba
allí. –Sólo para despejarte.
Asentí poco convencida, pero finalmente acepté.
(…)
La música habitual en Anacks me alivió un poco.
De alguna manera extrañaba el lugar. Las luces
rojas, las perras bailando, y los solteros
babeando.
Me dirigí a la barra, saludando a mi viejo amigo
Fred, y encargándole unas cuantas bebidas para
la mesa que teníamos con Marcie.
-Realmente extraño éste lugar- dijo mi amiga
observando el techo negro con candelabros y
cosas por el estilo. Todo erótico- infernal.
Cuando yo abandoné Anacks, al poco tiempo,
Marcie lo hizo también. Me dijo que su relación
con Niall era un poco más seria y no quería que
hubiera conflictos.
Básicamente por mis mismas razones.
Eso me hizo recordar a Harry, y lágrimas
amenazaron con derramarse.
Mi amiga lo notó y se apresuró a decir:
-Hey tranquila. Mira, ahí vienen nuestras
bebidas. Ésta noche me embriagaré tanto que
puede termine en un coma alcohólico.
Solté una risita.
Fred dejó nuestras bebidas en la mesa y se
marchó lanzándome un guiño antes de irse.
Tomé el líquido color rosa de un solo sorbo, y el
alcohol quemó mi garganta, pero de algún modo
se sintió aliviador.
Trago tras trago, nuestra risa se volvía más
escandalosa, charlando de temas como el clima
hasta los hombres que se depilaban las cejas.
-Allí está Liam- me avisó Marcie con una
expresión curiosa. –Viene para aquí. Quita esa
cara de ebria, ______________.
Sonreí y segundos después Liam apareció frente
a nosotras.
-De nuevo aquí, Liejett- me dijo apartándome y
sentándose a mi lado en el reservado.
-Aja- balbuceé dando a conocer mi obvio estado
de ebriedad. Sentí una neblina de sueño en mi
cerebro y entrecerré los ojos.
Tomé otro trago.
-¿Cómo estás?- pregunté riéndome y tocando su
hombro.
Él me miró divertido.
-Pues muy caliente ahora que te veo con esa
blusa ciñendo tus pechos- dijo mordiéndose el
labio y solté una carcajada histérica.
Alguna parte de mí sabía que esto no estaba
bien, pero el alcohol imposibilitando mi sentido
común, echó toda la racionalidad por la borda.
-Yo… -comencé. –Puedo arreglarlo.
Marcie se rió y me guiñó un ojo, caminando
igual de ebria que yo hasta otro tipo en la mesa
contigua.
Me senté encima de Liam, sintiendo su
masculinidad bajo mi trasero.
-Hmmm- gemí moviéndome contra él. Liam
tomó mi cintura y me pegó aún más a él. Arqueé
mi cuello, dejándome besar por aquella sexy
boca. Era caliente.
No se sentía igual que Harry, pero con el alcohol
que tenía encima, y la imagen del rizado en mi
cabeza, podía pasarlo por alto bastante bien.