-¿Qué cenaremos?- pregunté ignorando su
hiriente reacción hacía mí.
-Ya cené. Tienes comida en el refrigerador. Toma
lo que quieras- dijo y luego se recostó sobre la
cama y cerró los ojos.
-¡Ya estoy cansada!- exclamé acercándome. -
¡¿No piensas dirigirme la palabra porque golpeé
a la estúpida de tu esposa?! ¡Vete a la mierda!-
le grité y él abrió los ojos entre sorprendido y
furioso.
-¿Quieres que me vaya a la mierda? ¡Te recuerdo
que estás en mi casa!- se defendió él
extendiendo los brazos. El verde sólido en sus
ojos me asustó. –No tenías derecho a golpearla,
¿has visto cómo le quedó la cara? ¡Podrías
haberle hecho mucho daño, ___________!
-No la he visto. Pero supongo que tú sí, ¿fuiste
a verla, verdad?- tiré al azar y por su expresión,
supe que en realidad yo tenía razón.
Estúpidamente contuve las lágrimas y quise
matarme por haberle dado al clavo.
-¿Por qué la defiendes?- le pregunté enojada. –
Ella me ha alejado de mis padres, me ha
humillado frente a todos, ¡y tú sólo continuas
diciendo que no debería haberla golpeado!-
espeté con ira. -¡Mírame! ¡También he recibido
golpes y no ando lloriqueando por ahí!
«Técnicamente no es cierto, al menos no he
llorado en frente de él»
-¡La defiendo porque está dolida! ¡Ella no quiere
divorciarse y yo le dije que decidí estar contigo!
¡Es completamente natural que se comporte
dolida!
«”Decidí estar contigo”». ¿En algún momento lo
dudo?
Bien... contrólalo, ___________. Contrólalo...
La tristeza se alejó dejando el paso
completamente abierto a una tormenta de ira. Si
no me controlaba él sería quién terminaría con
la cara rota ésta vez.
-Estás defendiéndola.
Él no lo negó y aquello me partió el corazón en
mil pedazos. Tomé mi maleta y me encerré en el
baño.
Harry golpeó la puerta, llamándome unas
cuantas veces.