La exposición terminó y al parecer, el público
quedó satisfecho.
Con un suspiro de alivio recogí los pínceles que
había utilizado para retocar detalles en mis
obras antes de que fueran expuestas y los
guardé dentro de mi morral, cuidadosamente.
Aun quedaban algunos auxiliares de limpieza,
pero el lugar se hallaba casi vacío.
Luego de despedirme de la directora Angélica
Straw, guardé algunas cosas en mi casillero, y
caminé a lo largo del pasillo hacia la salida.
Había sido una tarde agotadora.
Me sorprendí al ver allí aquel precioso Audi,
esperándome en la puerta.
El ojiverde apareció por detrás del coche con
una sonrisa llena de promesas.
Sí seguía sonriéndome así iba a desfallecer.
-¿Te llevo?- preguntó amablemente y arqueé una
ceja sorprendida.
Tenía tantas nubes de confusión en la cabeza,…
y él sólo llegaba a trastornarlo todo.
«No aceptes. Ahora que sabes que está jugando,
¡no aceptes!»
-No, gracias- respondí intentando no sonar
descortés. Le eché una breve miradita y
haciendo un acopio de fuerza continué
caminando ignorando su mirada sorprendida.
No llegué a caminar media manzana cuando el
suave sonido de su coche se oyó a mi lado.
-Es lejos- me avisó él.
-No sabes dónde queda mi casa para decir eso-
repliqué y no tuvo más remedio que darme la
razón.
-Vamos, por favor- insistió desde el coche. –Te
la debo por ser tan amable conmigo, anoche. Y
además por todo el asunto de Becca…
Lo interrumpí, no quería volver a recordar todo
ese rollo.
-Harry, no me debes nada, ¿bien? Ayer sólo te
acompañé porque no quería que provoques un
accidente de tráfico. El beso de anoche,… no
significó nada, ni para ti ni para mí. No quieras
compensar nada. Sólo olvídate de mi- le
aconsejé queriendo gritarle todo lo contrario.
«Vaya manera de mentir, __________»
Él me observó atento y luego suspiró. Aceleró
con suavidad y continuó su camino.
«Tan estúpida. Él único hombre que ha sido
amable contigo y lo dejas ir. Nunca aprenderás»
Ah genial, ahora escucho voces en mi cabeza,
¿qué clase de trastornada soy?
De alguna manera, verlo irse me decepcionó. En
realidad quería que el insistiera de nuevo,
porque hubiera terminado cediendo. ¿Pero qué
puedes esperar de alguien a quién no conoces?
«Es sólo un hombre. Un beso y una mirada no
significan nada.»
Bien, ahora expliquémosle toda esa mierda a mi
corazón.
(…)
-¿Cómo te ha ido?- preguntó papá cuando
llegué.
De mis padres, él era mi favorito.
-Excelente. Muy buenos comentarios- dije
mientras tomaba una jarra de jugo del
refrigerador.
Tomé un vaso y me serví un poco. Tenía la
garganta seca.
-No luces contenta- dijo él mientras organizaba
papeles sobre la mesada.
-Nunca luzco contenta papá- le dije divertida y
él sonrió. –Pero lo estoy, créeme.
Él asintió con una risita, y luego dijo:
-Tu mamá y yo iremos a una fiesta de gala ésta
noche, ¿te apetecería ir?
«No exactamente.»
-¿Puedo llevar a una amiga?
-Por supuesto.
-Entonces iré.
«No sé para que hablo si nunca me haces caso»
reprochó mi consciencia y quise reírme pero
frente a papá eso sería demasiado aterrador.
Una fiesta me despejaría un poco de estos
extraños sentimientos no correspondidos.