Me lancé a llorar sobre la cama.
-Quizá deba pedir más sedantes.
Negué con la cabeza y limpié mis lágrimas
rápidamente.
-Necesito ver a Harry- le pedí a Niall y a Marcie
que me observaban con tristeza.
-_______________...
-Por favor.
Me facilitaron el trayecto a la habitación dónde
se encontraba Harry en una silla de ruedas.
Antes de entrar sentí mi corazón palpitar
desenfrenado.
Estaba intentando alejar el hecho de que podría
quedar paralítica de por vida. Sólo verlo me
haría sentir mejor, pero si incluso el estuviera
peor que yo, definitivamente tendría más
razones de suicidio.
No posé la mirada en él hasta que todos se
fueron. Estaba dormido y tenía un millón de
cables conectados a él. Vendas cubrían desde su
frente hasta su nuca. Algunos moratones sobre
su mejilla y rasguños. Parecía tranquilo.
Tomé su mano, entrelazando sus dedos como
solíamos hacer siempre.
-¿Por qué no despiertas?- susurré sin dejar de
mirar su dulce rostro lastimado. Comencé a
llorar silenciosamente. –Me siento perdida sin ti.
Acaricié sus dedos y besé sus nudillos heridos.
Por primera vez el pitido de aquella maquina no
me parecía molesto. Aquello me aseguraba de
que su corazón seguía latiendo, y él seguía
estando conmigo.
-Lamento que hayamos peleado- dije en voz
baja. Reflexioné un poco. –Cuando entraste a mi
vida supe que eras el jodido desequilibrio de
todo- comencé sin soltar su mano. Su
respiración era acompasada. –Aún así, estaba
demasiado loca por ti como para alejarme. Aún
lo estoy- añadí y solté una risita seca. –He
cometido muchos errores Harry, pero debes
despertar para seguir reprochándome todas las
estupideces que haga, porque amo cuando lo
haces… -sonreí- pese a que me enfade que me
digas lo loca que estoy, te amo. Y necesito que
despiertes y me respondas un ‘yo también’ con
esa voz de… «recién-me-levanto» que tienes.
El silencio inundó la sala, sólo el sonido de su
respiración y la bendita maquina indicando que
su corazón seguía conmigo.
-Te amo- sollocé y apoyé la cabeza al lado de su
torso sobre la cama.
«Dios, llévate todo de mí, pero has que se
despierte, y que esté bien» rogué en voz baja
entre lágrimas. «Necesito que esté sano. Puedes
tomar cualquier mierda en la médula espinal que
me haga caminar si Harry despierta y vuelve a
ser el mismo de antes»
El sonido de la puerta me alertó que alguien
había entrado.
Levanté la cabeza esperando a encontrarme con
algún doctor que me corriera de allí, pero la
imagen me dejó helada.
Becca me observaba con ira desde el marco de
la puerta.
-¿Qué diablos haces aquí?- gruñó entredientes y
la fulminé con la mirada.
-Esa pregunta debería hacerla yo- dije fríamente
y acaricié la mano de Harry.
La observé atónita cuando se acercó a mí y
tomó mi silla de ruedas alejándome de él.
-¡¿Qué haces?!- exclamé intentando no gritar.
Ella soltó un mar de insultos hasta que
estuvimos en el pasillo, a la vista de todos.
-¡No quiero que vuelvas a acercarte a mi
esposo!
-¡Él es mi novio! ¡Ustedes iban a divorciarse!- le
grité enfadada y me maldije un millón de veces
por no poder caminar hasta ella y hacerla trizas.
-Exacto. Tú lo has dicho. «Íbamos»- dijo
sonriéndome con suficiencia. Mi corazón dio un
vuelco esperando a que ella continuara. –Nunca
hemos firmado el divorcio, y como sus padres
están muertos yo soy legalmente la responsable
de él, y con todo el derecho del mundo puedo
alejarte de él.
Reprimí el llanto. No pensaba ser débil ante ella.
-¿Y qué harás cuando despierte y exija verme?-
le pregunté intentando mantener el control.
-Oh cariño, ¿tan ingenua eres?- preguntó con
una sonrisa apenada. –Es probable que la
contusión deje amnesia traumática. Él ni siquiera
te recordará.